lunes, 28 de mayo de 2012

Los muertos del río Medellín


Este año, cada seis días, ha aparecido un cadáver en el río Medellín. Sus aguas, que recorren los municipios del Valle de Aburrá, han dejado en las orillas 48 cuerpos sin vida el año pasado y 20 en los primeros cuatro meses de 2012. Son brotes de lo que los estudiosos del crimen catalogan como una epidemia homicida.
El río ha estado marcado por la muerte desde finales del siglo XIX y comienzos del XX. En esa época los homosexuales y las prostitutas eran vistos como un factor de riesgo para el orden social. "Para mantener la ciudad libre de estas amenazas, agentes del orden llevaban prostitutas y homosexuales al puente de Guayaquil, que atraviesa el río Medellín, y los mataban con armas cortopunzantes", cuenta Germán Antía, epidemiólogo criminal y profesor de la Universidad de Medellín.

Más tarde, los castigados fueron los obreros de fábricas y talleres que cometían delitos contra "el honor sexual" al visitar los llamados "centros de perversión". Agentes en uniforme llegaban a los burdeles y cantinas para llevarse hombres que jamás se volvían a ver. "Era común hablar del 'paseo', para referirse a la acción de desaparecer a un ciudadano", cuenta la filósofa Cruz Elena Espinal, profesora de la Universidad Eafit. Incluso, a mediados de siglo XX, la Policía hacía campañas contra los pervertidos morales, a fin de limpiar la ciudad de esta plaga, como decía en 1947 un periódico ya desaparecido.
La 'epidemia homicida' se expandió en la época de la violencia y tuvo su peor crisis cuando llegó el narcotráfico. Entonces en el río Medellín empezaron a aparecer cuerpos desmembrados o amarrados de pies y manos, ahogados o asfixiados. Los mismos métodos que después usaron los paramilitares.

Pero, en teoría, todo eso ya pasó. Entonces, ¿cómo se explica ahora esta cantidad de muertos en el río? SEMANA consultó fallos judiciales y casos de los cadáveres encontrados en los últimos años. Una característica común de las víctimas es que pertenecen a estratos económicos bajos, son indigentes o consumidores de drogas. Que eso ocurra es aún más alarmante si se tiene en cuenta que el río en Medellín no es marginal: atraviesa toda la ciudad, desde los barrios ricos del sur hasta las comunas populares del norte. A lado y lado de su cauce están asentadas las más importantes empresas de la ciudad y el metro corre paralelo a él. Es, sin duda, el corazón del valle de Aburrá.


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