sábado, 21 de marzo de 2015

Resistencia en medio del malestar: la lucha obrera en el ingenio Risaralda

El pasado 2 de Marzo, cerca de 500 corteros del ingenio Risaralda bloquearon las entradas al ingenio, reclamando lo de siempre: contratación directa y mejoras laborales, ya que, entre otras cosas, a los corteros sindicalizados les habían rebajado el corte a la tercera parte, con lo cual no alcanzaban ni siquiera el salario mínimo[1]. Por esa misma razón se fueron a paro los corteros en el 2005: para que se acabaran los contratistas. Luego implementaron las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA), las cuales con una diabólica fórmula leguleya convertían a los obreros en algo así como “empresarios”, siendo apenas dueños de sus machetes. Lo fundamental para los ingenios era seguirlos manteniendo por fuera de la regulación laboral, para permitir su súper-explotación. Luego, los trabajadores de ocho ingenios del Valle y Cauca se fueron nuevamente a paro el 2008, en lo que fue la huelga más importante del sector en toda su historia[2]. Eventualmente, las CTA se acabaron y el 2011 se comenzó a subcontratar a los obreros en filiales “cosechas” o “corte”, las llamadas Sociedad Anónimas Simplificadas, SAS. Al menos, reconocen los derechos básicos que garantiza la legalidad vigente como trabajadores con contrato indefinido. 

El ingenio Risaralda no fue a paro el 2008, y aunque sus obreros se beneficiaron del fin de las CTA gracias a la lucha librada por los corteros Valle abajo, quedaron a merced de los contratistas más explotadores del sector. Y como si eso fuera poco, al igual que todos los obreros del sector, están amenazados por la mecanización del corte, que ha llevado a una dramática reducción del personal: de 14.000 corteros en el 2008, se ha pasado a unos 8.000 corteros en el presente. Ya que los señores del azúcar y del etanol se han tomado todo el territorio comprendido en esos 200 y pico de kilómetros que van desde el norte del Cauca hasta el sur de Risaralda, fuera de la caña, no hay más alternativas económicas para los desempleados, con lo cual, según los mismos obreros en huelga, se genera un “escenario de desempleo y con ello de violencia, porque las necesidades del pueblo no cesan en este país donde la prosperidad es para algunos y no para todos”[3]

Resistencia y represión
La única manera de ganarse el respeto de la patronal es mediante la lucha. Se organizaron, hicieron peticiones y nada, hasta que el paro se hizo realidad ese lunes 2 de Marzo. La respuesta estatal no se hizo esperar. A las 5 de la madrugada del día siguiente, 3 de Marzo, el ESMAD les cayó en los improvisados cambuches a los corteros, pateando sus pertenencias, corriendo bolillo y garrotazo limpio, disparándoles lacrimógenas a quemarropa. El resultado fueron varios heridos de gravedad, entre ellos James Alzate y Carlos Ossa, golpeado en el cráneo por una lacrimógena, quien ha quedado en estado de extrema gravedad, con pérdida de materia gris y de un ojo[4]. No contentos con estos desmanes, los bárbaros del ESMAD se robaron el dinero de la comida de los obreros y varios celulares[5]. Es de destacar que en el mismo momento en que se reprimía a los corteros en Risaralda, se reprimía y militarizaba el norte del Cauca, donde los indígenas reclaman tierras de los ingenios, dejando muertos y decenas de heridos. Así le va a los pobres cuando reclaman sus derechos en Colombia, particularmente, cuando su lucha se enfrenta a los intereses del sector agroindustrial, un sector oligárquico tan poderoso y un sector estratégico dentro del plan de desarrollo del gobierno. Qué diferencia el trato prepotente de la policía con honestos trabajadores buscando una vida digna, y el temeroso respeto con el que tratan a gomelos borrachos e indolentes en el norte de Bogotá.

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