Hace exactamente 80 años, un día como hoy, terminaba uno de
los enfrentamientos más cruentos de la Revolución Española, la Batalla de
Jarama. Se calcula que en total unas 17.000 personas perdieron la vida, 10.000
de ellos combatientes del bando republicano que lucharon hasta la última gota
de su sangre para frenar el avance de las hordas fascistas de Franco,
respaldadas por Hitler y Mussolini. De esos combatientes, 2500 eran
internacionalistas que venían de distintos puntos del planeta para contribuir a
una lucha que bien lo entendieron, era global. Uno de ellos, era el joven
Charlie Donnelly (Cathal Ó Donnghaile en irlandés), poeta, socialista,
republicano, muerto a la tierna edad de 22 años.
Charlie Donnelly nació el 10 de Julio de 1914 en un pequeño poblado rural en el
condado de Tyrone, en el Norte de Irlanda, llamado Killybrackey, cerca de
Dungannon. La rebelión corre profunda en las venas de ese territorio que
eventualmente, en las décadas de 1980-1990, se convertiría en el corazón de la
resistencia republicana en contra de la ocupación británica. Nació en una
familia de siete hermanos, su padre era un pequeño comerciante. A temprana
edad, Charlie se acercó a las letras. Estudiaba en la escuela de los Hermanos
Cristianos en Dundalk, condado de Louth, cuando comenzó a colaborar en la
revista Our Boys (Nuestros Muchachos) de los Hermanos.
Un año después de la muerte de su madre, acaecida en 1927, Donnelly llega a
vivir a Dublín con su familia, en los sobrepoblados barrios populares del área
de Mountjoy Square, donde las paupérrimas condiciones de vida que tuvo que
presenciar, así como el contacto con miembros del ala izquierda del Ejército
Republicano Irlandés (IRA) y del grupo socialista Saor Éire (Irlanda
Libre), lo convirtieron en un rebelde, lo que le valió ser expulsado del
colegio católico al que asistía. Después de haberse iniciado en el oficio de
carpintería, logró entrar a hacer estudios universitarios en Historia,
Irlandés, Inglés y Lógica, en UCD en 1931. Destacó como un prometedor poeta
juvenil en diversas publicaciones literarias estudiantiles. Su actividad
política, lo hizo alejarse de sus estudios, participar en numerosas actividades
de agitación obrera y enfrentarse a los Blueshirts (camisas azules)
en interminables luchas callejeras. En 1934 participó en la formación del
Congreso Republicano, que agruparía a los sectores socialistas del antiguo IRA,
encabezados por Frank Ryan, George Gilmore y Peadar O’Donnell (cuyo nombre hoy
es reivindicado por el Foro Socialista Republicano Peadar O’Donnell). Ahí
Donnelly utilizó sus dotes literarias para contribuir en el periódico, llegando
por sus dotes como organizador a integrar el Comité Ejecutivo Nacional de esta
organización. En esta organización Donnelly también se enamoró de otra
militante republicana, Cora Hughes. Luego de un breve período en la cárcel, en
1935 terminó por irse a Londres donde trabajó con la sección londinense del
Congreso Republicano.
Dos años más tarde, convencido de que, como decía el anarquista español
Buenaventura Durruti, “al fascismo no se le discute, se le destruye”, es que
terminó junto a muchos de sus compañeros del Congreso Republicano uniéndose a
las filas republicanas españolas para derrotar la sublevación fascista del
general Franco. Otros irlandeses también llegaron a tierras ibéricas, los
Camisas Azules, para apoyar al fascismo, liderados por Eoin O’Duffy –no debemos
jamás olvidar que esta rama fascista en la política irlandesa, fue una de las
vertientes que llevaron a la conformación del actual partido de gobierno de la
República de Irlanda, Fine Gael. Donnelly había peleado con ellos en
Irlanda, y siguió peleando con ellos en tierras ibéricas. Se unió en Enero de
1937 a la Columna Connolly que reunía a los combatientes republicanos
irlandeses, comandados por Frank Ryan, columna adscrita a la XV Brigada
“Abraham Lincoln”.
El 27 de Febrero, Donnelly participa en un ataque frontal hacia las posiciones
fascistas en el Cerro Pingarrón, donde, según él mismo dijo, “hasta los olivos
sangran”: ahí fue alcanzado tres veces por el fuego enemigo. Su cuerpo,
recuperado por su camarada Peter O’Connor, terminó en una fosa común de
combatientes republicanos internacionalistas. Hasta en su muerte, fue uno con
sus compañeros de lucha.
En su memoria el grupo Amigos de las Brigadas Internacionales de Irlanda
(FIBI), con el apoyo del Foro Republicano Socialista “Peadar O’Donnell”,
realizaron un homenaje a este luchador, y a través de él, a los innumerables
combatientes por la libertad y a la causa por la que vivieron y en muchos
casos, murieron. El acto se realizó en Dungannon los días 24 y 25 de Febrero.
Fue una ocasión para aprender, reflexionar, juntarse, recordar y explorar la
historia mirando hacia el futuro. El primer día Feargal Mac Bhloscaidh y Tommy
McKearney hicieron un recuento de la historia del movimiento obrero y del
republicanismo de izquierda en Tyrone. El segundo día, se depositaron flores en
el memorial a Charlie Donnelly en Killybrackey, para luego tener unas
presentaciones sobre la vida de Charlie Donnelly, discusiones sobre el
imperialismo en el siglo XXI a cargo de Eddie Glackin, Declan Bree y Patricia
Campbell, discusiones sobre la construcción de una nueva república a cargo de
Ciarán Perry, Thomas Pringle y la conocida luchadora de Derry, Bernadette
McAliskey. Entre los invitados, tuvimos la oportunidad también de contar con la
presencia de dos compañeros venidos desde Madrid para la ocasión: José Manuel
Castro, del ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, y Severiano Montero, de la Junta
de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI). Ambos
compañeros, en sus intervenciones, recordaron la relevancia de la lucha
internacionalista ante un mundo cada vez más globalizado. Su presencia, fue testimonio
de esa solidaridad que no conoce de fronteras. La jornada cerró con un video
documental sobre los crímenes de Tony Blair presentado por el parlamentario
británico George Galloway.
En vista al avance de la ultra-derecha en todo el territorio europeo, en medio
de una creciente intolerancia que se traduce en seres humanos ahogados en el Mare
Nostrum (Mediterráneo), de una islamofobia galopante que el fétido
espectro del fascismo utiliza para darse aires de respetabilidad nuevamente, el
ejemplo enternecedor de hombres y mujeres como Charlie Donnelly, que lo
arriesgaron y lo dieron todo para frenar la pesadilla fascista en seco resuena
como un poderoso eco y su ejemplo los hace aparecer ante la historia como
gigantes. Aunque los tiempos sean otros, los principios que los animaron y que
nos siguen animando, son los mismos. Nunca antes creo que el ejercicio de la
memoria ha sido tan necesario como lo es ahora.
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