miércoles, 18 de noviembre de 2015

Extractivismo: Deterioro Social y Ambiental en la Guajira


La extracción de materias primas para aumentar las exportaciones según la demanda a nivel mundial de los países netamente industrializados y de primer orden, afectan en gran medida las condiciones sociales y económicas de las poblaciones donde se realiza esta nefasta práctica, es decir, en los sectores subalternos de los países periféricos donde el neoliberalismo extremo, la economía transnacionalizada acompañada de la violencia para-institucional son protagonistas en la realidad nacional de dichos territorios.

Es esa realidad la que impera en Colombia, la locomotora minero-energética, cabeza de lanza del gobierno nacional de Juan Manuel Santos incluye este modelo de despojo para insertarse en las dinámicas económicas mundiales a lo sumo impuestas por organismos internacionales tales como el Banco Mundial, el fondo monetario internacional y demás entes del capitalismo contemporáneo. Dichas organizaciones, operan de manera criminal promoviendo nocivas políticas sin importarles ni en lo más mínimo la caída de precios que sufre el sector minero que se traduce en mayor producción y aumento de reservas (1), es decir, mayor explotación del mineral con los diversos efectos lesivos que trae (2). Un caso sintomático al respecto es la problemática vivenciada en departamentos con enormes riquezas en bienes naturales y materia prima como es el caso de la Guajira del cual versa este artículo.

La Guajira es un departamento costero en la zona norte de Colombia que atraviesa por una de las peores crisis económicas, políticas, sociales y ambientales de los últimos tiempos. Sus 900. 000 Habitantes se debaten entre la pobreza extrema, el contrabando, la falta de agua (3) y el paramilitarismo, este último, representado fielmente gracias a la recién gobernadora electa Oneida Pinto, que lleva tras de sí una fuerte maquinaria política de grupos paramilitares (4) que salvaguardan en la región los intereses de las empresas transnacionales y su apetito por monopolizar el subsuelo guajiro ya que es “una de las zonas del país que mayor recurso energético alberga, al tener las mayores riquezas de gas, el cual, representa el 43.4% de las reservas probadas nacionales, con una producción diaria de aproximadamente 400 millones de pies cúbicos, en manos de la Chevron Texaco”(5), además del carbón, del que se encuentran dos de los yacimientos más grandes del mundo (6).

Al hablar entonces de extractivismo en Colombia es ineludible no remitirse a la Guajira ante la gravedad de la situación que se presenta en esta región del país que ha sido denunciada reiterativamente por distintas organizaciones y movimientos sociales en diversos espacios, alertando en este sentido, a organismos internacionales (7) que aseguran como problemático el recrudecimiento del extractivismo por sus efectos nocivos en la población y el el entorno, cuestión que queda al descubierto de manera ejemplificantemente con la desviación de los ríos Rancheria y César a causa de la dinámica de expoliación que profundizando la crisis que afecta al departamento en materia de salubridad y recursos hídricos (8).


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