viernes, 14 de abril de 2017

El pensamiento anarquista resucita en el siglo XXI

La crisis económica, la corrupción y el mal gobierno son tres enfermedades graves que están logrando que el mundo cambie y que renazcan fantasmas que parecían olvidados, como el desprestigio de la democracia y el resurgimiento de pensamientos y doctrinas que se creían derrotadas, como el comunismo, el extremismo de derecha y, sobre todo, el anarquismo, que se está instalando en el corazón de las sociedades desarrolladas. 

El pensamiento anarquista resucita en el siglo XXI y está detrás de esa definición actual de la auténtica democracia como "la organización de la libertad al margen del poder del Estado". Los ciudadanos, frustrados ante sus gobiernos, que les maltratan y decepcionan, recuperan el espíritu anarquista que rechaza el Estado como el peor invento de la Humanidad y a esos partidos políticos que se lo han apropiado, expulsando al ciudadano de la vida pública y de la política.

El pensamiento anarquista, en retroceso durante el siglo XIX y derrotado en el XX, conserva, sin embargo, una fresca y sorprendente vigencia en el pensamiento contemporáneo, perfilándose claramente como uno de los principales inspiradores de la filosofía política del siglo XXI, etapa en la que se está produciendo una reacción "libertaria" del hombre contra unos estados que acumularon demasiado poder y que oprimen y aplastan al pueblo desde "mentiras" a las que denominan "democracias".

Siempre idealistas, confiados ingenuamente en la capacidad de los colectivos para resolver sus propios problemas, poseedores una sorprendente y terca fe en el hombre, individualistas y a veces violentos, los anarquistas acertaron siempre en lo que criticaban y fallaron en lo que construían. Su mayor acierto histórico ha sido generar una propuesta de emancipación sin haber creado al mismo tiempo una política, una constitución, un programa económico y un gobierno.

Su terca fe en la libertad constituye hoy un ejemplo y un faro de inspiración, hasta el punto de que son ya muy pocos los intelectuales de pensamiento libre que no comparten esa crítica esencial del anarquismo a las instituciones que han sido creadas no para beneficio de los ciudadanos, sino para reforzar el poder del Estado.

Los anarquistas fracasaron al querer fabricar una maquina autónoma que, sin pretender conquistar el poder del Estado, hiciera nacer una sociedad nueva en la que el Estado no tuviera sitio, a pesar de que ese fue el mas hermoso y esperanzador intento de mejorar la política y la convivencia humana en los últimos siglos.

Cuando los anarquistas denunciaron al socialismo autoritario como una aberración política, recibieron en pleno rostro el brutal puñetazo de una Unión Soviética triunfadora, teórica patria de obreros y campesinos. Pero, sin embargo, tenían razón, como resulta ahora evidente.

Los ciudadanos del siglo XXI está redescubriendo el anarquismo, desprestigiado y vilipendiado por las poderosas maquinarias de propaganda del comunismo y el socialismo. Resulta que las tesis anarquistas no eran tan violentas, irracionales y peligrosas como decían y que su rechazo al Estado todopoderosos e intervencionista, aquel que asesinó a decenas de millones de sus propios ciudadanos, que terminaron abandonándolo y derribando el vergonzoso Muro de Berlín, era un acierto lúcido y una vigorosa defensa de la libertad y del ser humano.

El pensamiento anarquista no ha dejado de estar presente en todas las luchas del hombre moderno contra la opresión de los gobiernos, contra el poder abusivo de los partidos políticos, contra la ocupación y sojuzgamiento de la sociedad civil, contra el absolutismo, el comunismo, el nazismo, el capitalismo y la opresión, en la lucha de los alzados y guerrilleros y en los movimientos de liberación y en las cruzadas contra los grandes dramas de la humanidad: la guerra, la pobreza, el hambre, la esclavitud, la marginación, la desprotección de los débiles y la desigualdad.

Hoy, el anarquismo, como filosofía que eleva al ser humano por encima del Estado y de todas esas instituciones y artilugios que lo refuerzan y lo hacen imponente, recupera cada día mas brío y potencia.



Policía en todas partes, justicia en ninguna.


Los que masacraron a cientos de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, los que asesinaron a Carlo Giuliani en Italia, a Amadou Diallo en Estados Unidos, a Nicolás Neira en Colombia, a Lucrecia Pérez en España y a Claudia López en Chile, justo después del “retorno de la democracia.” Los que rompieron las manos de Víctor Jara en Chile, y el cráneo de Steve Biko en Sudáfrica, los que hicieron desaparecer disidentes desde Argentina hasta Zaire, los que sirvieron a Josef Stalin, quienes reforzaron y refuerzan el apartheid en Sudáfrica y Palestina, y la segregación racial en Estados Unidos. Quienes interrogaron a las Panteras Negras y a los sacerdotes de la teología de la liberación, quienes llevaron registros de 16 millones de personas en Alemania Oriental, quienes nos controlan con cámaras de vigilancia e intervenciones telefónicas, quienes disparan el gas lacrimógeno y las balas de goma cuando las manifestaciones se les salen de las manos, quienes defienden a los patrones en cada huelga. Quienes se paran en medio de una persona con hambre y estanterías llenas de comida, entre una persona sin techo y edificios que permanecen vacíos, entre cada inmigrante y su familia.
En todos los países, en todas las épocas, nos dicen que son indispensables, que sin ustedes nos estaríamos matando entre todxs.
Pero sabemos bien quienes son lxs asesinxs. No vamos a aguantar mucho tiempo más. 


Siete mitos sobre la policía

La policía ejerce autoridad legítima.
Lxs policías promedio no son expertxs en leyes; probablemente conocen los protocolos generales, pero saben muy poco de las leyes en sí. Esto significa que su aplicación implica una gran cantidad de engaños, improvisación y deshonestidad. La policía miente con frecuencia: “Recibí un reporte de que alguien con su descripción estaba cometiendo un crimen por aquí. ¿Quisiera mostrarme su identificación?”

Con esto tampoco queremos decir que debamos aceptar como legítimas las leyes, sin pensarlo. El sistema judicial entero protege los privilegios de las personas con más dinero y poder. Obedecer las leyes no es siempre lo moralmente correcto, incluso podría ser inmoral. La esclavitud era legal, ayudar a esclavxs que escapaban, ilegal. Los Nazis llegaron al poder en Alemania por medio de elecciones democráticas, y leyes aprobadas a través de los canales prescritos. Habríamos de aspirar a la fuerza de la conciencia para hacer lo que sabemos es mejor, sin importar las leyes o la intimidación policial.

Lxs policías son trabajadorxs como nosotrxs; deberían ser nuestrxs aliadxs.
Desafortunadamente, hay una gran diferencia entre lo que “es” y lo que “debería ser”. El papel de la policía es el de servir a los intereses de la clase dirigente; cualquiera que no haya tenido una mala experiencia con ellxs, probablemente sea privilegiadx, sumisx, o ambxs. Lxs oficiales de policía de hoy saben exactamente en que se están metiendo cuando ingresan a esa institución. Las personas uniformadas no solo bajan gatos de árboles. Sí, muchxs toman el trabajo por presión económica, pero necesitar un cheque de paga no es excusa para desalojar familias, acosar jóvenes de color, o atacar a manifestantes con gas lacrimógeno. Quienes venden sus conciencias son enemigos potenciales para cualquiera, no aliadxs.

Este cuento de hadas es más convincente cuando se expresa en términos estratégicos: por ejemplo, “Cada revolución tiene éxito en el momento que las fuerzas armadas se niegan a luchar contra sus pares; de modo que debemos centrarnos en seducir a la policía hacia nuestro lado.” Pero lxs policías no son trabajadorxs cualquiera; son quienes escogieron basar su subsistencia en la defensa del orden predominante, así que son lxs menos propensxs a aliarse con quienes quieren cambiarlo. En este contexto, tiene más sentido oponerse a la policía, que buscar su solidaridad. Mientras sirvan a sus amos, no pueden ser nuestrxs aliadxs; denunciando a la institución policial y desmoralizando agentes de forma individual, les animamos a buscar otros medios de subsistencia, para que algún día podamos encontrar una causa común con ellxs.

Tal vez haya manzanas podridas, pero algunxs agentes de policía son buenas personas.
Tal vez algunxs agentes de policía tengan buenas intenciones, pero una vez más, en la medida en que obedezcan órdenes en vez de a sus conciencias, no se puede confiar en ellxs. Es importante entender la naturaleza sistemática de las instituciones, en lugar de atribuir todas las injusticias a las deficiencias de los individuos. ¿Recuerdas la historia del hombre que, atormentado por las pulgas, logró atrapar una entre sus dedos? Él la examinó durante un largo tiempo antes de colocarla de nuevo en su cuello, de donde la había tomado. Sus amigos, confundidos, le preguntaron por qué razón lo había hecho. “Esa no era la que me estaba mordiendo”, explicó.

La policía puede ganar cualquier confrontación, por lo que no debemos combatirla.
Con todas sus armas, equipos y vigilancia, la policía puede parecer invencible, pero esto es una ilusión. Están limitadxs por todo tipo de restricciones invisibles, la burocracia, la opinión pública, fallas de comunicación, y un sistema judicial sobrecargado. Por ejemplo, si no tienen vehículos o instalaciones disponibles para transportar y procesar un gran número de personas, no pueden hacer arrestos masivos.

Por eso una multitud variada, armada solamente de las mismas latas de gas lacrimógeno que le dispararon, puede mantener a raya a una fuerza policial más organizada y mejor equipada; los conflictos entre la agitación social y la fuerza militar no siguen las reglas del enfrentamiento militar. Quienes han estudiado a la policía y predicen para lo que están preparados, (lo que pueden y no pueden hacer), a menudo responden con más astucia y logran superarla.

Estas pequeñas victorias son especialmente inspiradoras para quienes están bajo el yugo de la violencia policial a diario. En el inconsciente colectivo de nuestra sociedad, la policía es el último bastión de la realidad, la fuerza que asegura que las cosas sigan como están; confrontarlxs y ganar, aunque sea temporalmente, muestra que la realidad es negociable.

La policía es solo una distracción del verdadero enemigo, no merece nuestra ira ni nuestra atención.
Ay, la tiranía no solo es asunto de políticxs o empresarixs; ellxs podrían perder su poder sin quienes cumplen sus órdenes. Cuando cuestionamos su dominio, también cuestionamos la sumisión que lxs mantiene en el poder, y tarde o temprano nos enfrentaremos con quienes nos someten. Dicho esto, es cierto que la policía no es más integral a la jerarquía que las dinámicas de opresión en nuestras propias comunidades; solo es la manifestación externa de los mismos fenómenos, a mayor escala. Si combatimos la dominación en todas sus formas, en vez de especializarnos en luchar contra ciertas formas de ella, dejando otras atrás, tenemos que prepararnos para confrontarla tanto en las calles como en nuestras habitaciones; no podemos esperar ganar en un frente, sin luchar en otro. No debemos convertir los enfrentamientos con enemigxs uniformadxs en fetiche, no debemos olvidar las relaciones de poder presentes en nuestro lado, pero tampoco hemos de conformarnos solo con gestionar los detalles de nuestra propia opresión, de una manera no jerárquica.

Necesitamos que la policía nos proteja.
Según esto, aunque podríamos aspirar a vivir en una sociedad sin policía en un futuro lejano, la necesitamos hoy, porque la gente no está dispuesta a vivir junta, pacíficamente sin actores armados. ¡Como si la desigualdad social y el miedo mantenido por la violencia policial fueran la paz! Quienes argumentan que la policía a veces hace cosas buenas, llevan la carga de probar que esas mismas cosas no podrían lograrse así de bien, por otros medios.

En todo caso, no es como si una sociedad libre de policía fuera a aparecer de repente, de la noche a la mañana, solo porque alguien escribió un graffiti que dice “Al carajo la policía” en una pared. La lucha prolongada que se necesita para liberar a nuestras comunidades de la represión policial, probablemente continúe hasta que aprendamos a convivir pacíficamente; una comunidad que no puede resolver sus propios conflictos, no puede esperar triunfar contra una fuerza de ocupación mucho más poderosa. Mientras tanto, la oposición a la policía debería ser vista como el rechazo a una de las fuentes más atroces de la violencia opresiva, no como una afirmación de que sin policía no habría violencia. Pero si alguna vez podemos derrotar y desmantelar a la policía, seguramente vamos a ser capaces de defendernos contra amenazas menos organizadas.

Resistir a la policía es violento -no te hace mejor que ellxs.
Según esto, la violencia es inherentemente una forma de dominación, y por lo tanto, incompatible con oponerse a la autoridad. Quienes emplean la violencia juegan a lo mismo que sus opresorxs, perdiendo así desde el principio.

Esto es peligrosamente simplista. ¿Es una mujer que se defiende de un violador, igual que su agresor? ¿Fueron lxs esclavxs que se rebelaron, iguales a los esclavistas? Existe la legítima defensa. En algunos casos, la violencia refuerza la desigualdad; en otros, la desafía. Para las personas que aún tienen fe en un sistema autoritario, seguir las reglas, -independientemente de si son morales o legales-, es su prioridad más alta, a cualquier precio: creen que obtendrán una recompensa por hacerlo, sin importar lo que pase con el resto. Si estas personas se autodenominan conservadoras o pacifistas no hace mayor diferencia al final. Por otro lado, para quienes asumimos responsabilidad por nosotrxs mismxs, la pregunta más importante es ¿qué necesitamos para hacer del mundo un lugar mejor? A veces esto puede incluir la violencia.

Lxs policías también son personas y merecen el mismo respeto que todos los seres vivos. El punto no es que ellxs merezcan sufrir o que debamos llevarlxs ante la justicia. El punto es que, en términos puramente pragmáticos, no debemos permitir que maltraten a la gente, ni impongan un orden social injusto. Aunque podría ser revitalizante para quienes han pasado sus vidas bajo el yugo de la opresión, contemplar finalmente un ajuste de cuentas con sus opresorxs, la liberación no es una cuestión de venganza, sino de hacer que esta sea innecesaria. Por lo tanto, aunque a veces puede ser necesario prender fuego a la policía, esto no debe hacerse con un espíritu vengativo de justicia propia, sino desde un lugar de cuidado y compasión, si bien no por la policía, al menos por quienes de algún modo podrían sufrir en sus manos.

Deslegitimar a la policía no solo es beneficioso para quienes experimentan la represión policial, sino para las familias de estxs oficiales de policía, y lxs mismxs oficiales. Lxs agentes de policía no solo tienen tasas desproporcionalmente altas de violencia doméstica y abuso infantil, también son más propensxs a ser asesinadxs, suicidarse y luchar con adicciones, que la mayoría de los sectores de la sociedad. Cualquier cosa que anime a lxs agentes de policía a dejar sus empleos, es para su bienestar, el de sus seres queridos y el de la sociedad en su conjunto. Creemos un mundo en el que nadie oprima, ni sea oprimidx, en el que nadie tenga que vivir con miedo.

“Averigua qué es a lo que cualquier persona se somete en silencio, y habrás encontrado la medida exacta de la injusticia y el mal que se le impondrá; y estos continuarán hasta que haya resistencia, ya sea con palabras, con golpes, o con ambos” - Frederick Douglass



miércoles, 12 de abril de 2017

Anarquismo Verde, Ecología Radical, y Otras Hierbas

Desde sus inicios, el anarquismo siempre estuvo relacionado con ideales humanistas como la cooperación, la solidaridad, la unión y la harmonía. Esos mismos ideales fueron inmediatamente a la ecología y su relación con el ser humano. Este breve artículo pretende explorar de manera general la relación del anarquismo y la ecología en el transcurso de la historia reciente. 

Comencemos con Charles Fourier (1772-1837), uno de los precursores del anarquismo. Este pensador estuvo muy avanzado a su tiempo y se le considera un socialista utópico pues su meta era la harmonía universal. Su teoría, llamada la “atracción apasionada”, postulaba que el universo estaría en relación con las pasiones humanas, y las reflejaría. Era posible de explorar las situaciones apasionadas del ser humano al observar el mundo animal y vegetal, y aplicando un razonamiento analógico a estas observaciones. Fourier se oponía a la centralización e industrialización de ciudades, que en su tiempo, crecían exponencialmente. El creía, en cambio, que el campo y las ciudades debían estar en constante interacción, una idea moderna que recién es tomada en cuenta, si bien se desconoce que Fourier fue el precursor.

Años mas tarde en Estados Unidos, Henry David Thoreau(1817-1862) relata en Walden, La Vida en los Bosques (1854) los dos años que vivió en una pequeña cabaña construida por él mismo. Su estancia le permite reconocer que la libertad humana depende de su contacto con la naturaleza. Walden llegaría a ser bastante famoso e influenciaría el anarquismo individualista, el anarco-primitivismo, y la ecología profunda posteriormente.

Treinta años después, en El apoyo mutuo: un factor en la evolución (1890-96) [i], el geógrafo anarquista Pedro Kropotkin (1842-1921), basándose en sus observaciones del reino animal, llega a la conclusión de que la cooperación y la ayuda mutua eran tan importantes en la evolución de las especies, que la competencia y la lucha por la supervivencia. Luego, en Campos, fábricas y talleres (1899), Kropotkin desarrolla las ideas de economía local, autosuficiencia, y descentralización. Esta visión radical contrastaba con la postura de comunistas y socialistas autoritarios que abrogaban por la industrialización y centralización.

Un contemporáneo de Kropotkin fue su colega francés, Eliseo Reclus (1830-1905), quien se auto-calificaba como “geógrafo pero ante todo anarquista” y quien fue uno de los precursores de la geografía social. Reclus apoyaba la conservación de la naturaleza, era vegetariano, y condenaba la crueldad hacia los animales. Historia de un arroyo (1869) eHistoria de una montaña (1875) son algunas de sus obras que demuestran su preocupación por la ecología. Reclus pregonaba que “el hombre es la naturaleza que toma consciencia de si misma.” Depende del ser humano, el progreso social y natural del planeta. Esta visión humanista y ecológica se oponía al pensamiento neomalthusianista de la mayoría de sus contemporáneos. Junto con Kropotkin y Carlo Cafiero, Reclus estableció las bases del comunismo libertario, sistema de organización social cuyos principios concordaban con el anarquismo. Reclus también es conocido por su frase: “la anarquía es la máxima expresión del orden, basado en cosas naturales, sin coacciones ni violencia”.

En el ámbito teórico del anarquismo social, desde Kropotkin y Reclus hasta Murray Bookchin, quién describo a continuación, hubo un gran vacío de unos 50 años a causa del olvido de estos dos grandes teóricos libertarios y las ideas anarquistas en general.

Murray Bookchin (1921-2006), historiador, filosofo, orador, y por mucho tiempo anarquista, se concentró en resolver problemas ecológicos, los cuales argumentó son causados por los sistemas de dominación de la sociedad humana. En 1964 publicó el ensayo Ecología y Pensamiento Revolucionario donde reivindica una ecología política y radical y la relaciona con el anarquismo; mas tarde la llamaría “Ecología Social”.

La ecología social se basa en la premisa que los problemas ecológicos actuales son consecuencia de problemas sociales, específicamente problemas causados por sistemas jerárquicos de dominación. Bookchin argumenta que para resolver los problemas ecológicos, no basta con acciones individuales (tales como el consumo responsable) si no la acción colectiva de la sociedad y la destrucción de los sistemas de dominación (el estado, el capital, y todo tipo de jerarquías dentro de la sociedad). A lo largo de su vida, Bookchin luchó contra el ambientalismo que siempre tuvo tintes reformistas y estuvo ligado al estado, y que además fallaba en identificar la raíz de los problemas ecológicos.

La ecología social de Bookchin estaba intrínsecamente ligada al anarquismo social. Las ideas de Kropotkin tuvieron una gran influencia en Bookchin, al igual que la revolución española de 1936. Extrañamente, Bookchin nunca menciona ni describe el pensamiento de Eliseo Reclus. Es bastante probable que la falta libros de Reclus en ingles sea la causa de este fenómeno; y por lo tanto, los dos teóricos llegaron a casi las mismas conclusiones.

Bookchin escribiría en 1997 el ensayo Anarquismo social o anarquismo estético donde criticaría y desafiaría la postura individualista y narcisista de algunos que se autodenominan anarquistas y que reniegan del anarquismo social y organizado. Bookchin criticaba específicamente a formas de anarquismo individualistas, primitivistas, y posmodernistas, representadas por filósofos como John Zerzan y Hakim Bey, dos personajes que valen la pena describir.

Por un lado, John Zerzan es el mas conocido pensador del anarco-primitivismo. Sus escritos critican y condenan la civilización como inherentemente opresiva, y busca inspiración en los modos de vida de cazadores y recolectores. Sus teorías son consideradas absurdas por muchos puesto que implican el aniquilamiento de millones de personas y el repudio de todos los avances científicos y tecnológicos desde la era paleolítica.

Por otra parte, Hakim Bey es el pensador mas conocido del anarquismo posizquierdista. Influenciado por la Internacional Situacionista, el anarquismo posizquierdista critica la relación del anarquismo con el izquierdismo tradicional. Bey propone la creación de zonas autónomas temporales, donde una sociedad libre pueda existir aunque sea por un breve momento, en lugar de estar “esperando la revolución”.

Podemos hablar de anarquismo verde? En realidad, no ya que es un termino demasiado flexible pues puede amparar a anarquistas que tienen una gran preocupación por la ecología social como Bookchin hasta a anarco-primitivistas y anarquistas anti-civilización como Zerzan. Es común que las ramas del anarquismo sean así de flexibles puesto que ningún anarquista aceptaría teorías absolutas que no puedan ser debatidas, pero también es cierto que las teorías de Zerzan y Bey tienen muy poco que ver con un anarquismo social; el único que tuvo un impacto real en la sociedad. También se podría argumentar que Zerzan y Bey no son anarquistas, ya que como diría Bakunin: «libertad sin socialismo es privilegio e injusticia; socialismo sin libertad es esclavitud y brutalidad» o «no soy verdaderamente libre más que cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres». Si este es el caso, se podría denominar anarquismo verde únicamente al pensamiento humanista, socialista, y libertario de Kropotkin, Reclus, y Bookchin.



Campesinos de Jericó bloquearon acceso de funcionarios de AngloGold Ashanti a la mina La Quebradona

A las siete de la mañana de este martes, campesinos de la vereda Palocabildo en Jericó impidieron el paso de funcionarios de AngloGold Ashanti a la mina La Quebradona como una protesta a la intención de la compañía minera de establecer plataformas de exploración en el sector. 

Campesinos de la vereda Palocabildo de Jericó impiden el paso de los empleados de la Multinacional Minera AGA, el alcalde está presente, los empleados de la minera insisten en seguir su camino, los campesinos en no permitir su ingreso.

Ánimo campesino de Jericó y el Suroeste, defensores del agua y el territorio ¡Resistencia Civil!
 Los manifestantes estuvieron en el sitio hasta este medio día.

Mientras que los empleados insistían en seguir su camino, los habitantes de la vereda permanecían en su objetivo de impedir la exploración.

“Se están queriendo meter a las malas y nosotros no lo vamos a permitir. Nuestra tradición es campesina, cafetera, aquí no queremos minas”, explicó a este medio Rodolfo Tobón, habitante de la zona.

Los campesinos aseguran que su protesta no es contra los funcionarios, sino contra el daño al medio ambiente que ya han evidenciado en la región, supuestamente como consecuencia de las exploraciones de AAG.

“Quieren hacer plataformas cerca a unas fuentes de agua y no los vamos a dejar”, explicó Gustavo Arboleda, vecino de Palocabildo, quien aseguró que por varios años han expresado a la minera su rechazo.

“Les recordamos que nosotros no queremos minería en esta región. Hemos visto problemas con esas perforaciones”, aseguró Arboleda al mencionar las denuncias realizadas por la Mesa Ambiental de Jericó en relación a afectaciones en la quebrada La Fea, presuntamente a causa de actividades exploratorias de la compañía minera.

Los campesinos se retiraron de la zona luego de acordar con la multinacional la realización de una reunión el próximo martes 18 de abril a las 10 de la mañana. Esperan que el encuentro cuente con asistencia masiva de  campesinos, pueblerinos y finqueros para aumentar el apoyo a la oposición y lograr que que Anglogold Ashanti desista de instalar nuevas plataformas en el corregimiento.

En 2011, AAG inició perforaciones en Palocabildo y desde entonces enfrenta el rechazo de la comunidad, que se niega a aceptar la minería en su sector al considerar que la escasez de agua o su contaminación podría afectar de manera considerable los cultivos de café, principal actividad económica de esta comunidad.



Asunción, Paraguay: La felicidad de quemar un Congreso -símbolo de la opresión estatal-


Los poderosos en Paraguay son siempre dueños de todo, incluso de los conflictos sociales y políticos. Sus tentáculos son varios. Al pueblo le dan parte en esos conflictos como espectador o como peón. Obligado a participar de esa forma, el pueblo a veces despierta y reinventa el conflicto de acuerdo a sus propios intereses y demandas, rompiendo con lo que las élites esperan de él, superando el rol asignado y cambiando dramáticamente la situación. 

Es lo que hemos visto el 31 de marzo. La quema del Congreso no estaba en los planes de la élite para manejar su conflicto interno, pero sí estaba en las ganas del pueblo, que simboliza en esa institución años, décadas de opresión política a la que prender fuego. El pueblo decidió dar salida a sus propios deseos y vivió la felicidad de quemar el Congreso, forzando todos los planes preestablecidos, escapando al control del poder, deviniendo fuego.

Los hechos cambian cuando el pueblo toma parte y se hace protagonista de su historia, y así como nos expropian la vida a cada rato, podemos expropiar sus conflictos a los poderosos y hacerlos nuestros por el momento. A los poderosos no les gusta cuando el pueblo escapa a su control y es cuando sus operadores llaman a la inmovilidad en nombre de una paz que es para los otros y sus propios intereses, nunca para el pueblo. Este momento puede ser muy corto: ahora ya están llamando a la paz social, a la inmovilización.

Los momentos y procesos populares que se dan en situaciones críticas como la vivida el 31 de marzo no encajan en los planes ni en el sentido de quienes se dedican a la teorízación política y nunca miran más allá de sus planes partidarios.

La acción directa, la movilización en las calles es pedagogía en movimiento y la gente descubre allí que es más autónoma de lo que cree en una experiencia liberadora y constructiva de conflictividad social que reacciona contra años de desigualdad y abusos políticos. Las historias individuales y colectivas de las personas operan y se materializan en las acciones concretas, contra lo que perciben día a día como poder y en la solidaridad con quienes están al lado y sufren la misma represión. Soberbio es tildar a estas acciones como “improvisación”.

La violencia de la policía no tiene nada de extraña ni sospechosa, tampoco es una sorpresa como ahora se dice. Esta vez la policía -una vez apagadas las cámaras de televisión- procedió a convertir las calles de Asunción en un escenario de los años ‘70 del stronismo, apresando arbitrariamente a quienes caminaban incluso alejados de la zona del conflicto la noche del 31 de marzo y madrugada del 1 de abril, con detenidos que sumaron más de 200 personas, agresiones a la comunidad LGTBIQ, violencia machista, torturas, por la represión violenta y desmedida y, sobre todo, por el asesinato a mansalva del joven Rodrigo Quintana, después de atracar un local de la oposición política.

La constitucionalidad, la institucionalidad o la legalidad no son los temas de fondo y eso todxs lo sabemos. La legalidad es el ejercicio del poder sujeto a sus intereses en un tiempo dado, es por eso que cambia cuando cambian sus intereses. La violencia estatal es una respuesta para apagar la crisis política propiciada desde su propio seno. No nos sorprende pero no deja de indignarnos. El asesinato de Rodrigo Quintana no merece impunidad.

Ahora es el momento de accionar, de realizar la experiencia de la autonomía en la acción directa, Contra todo pronóstico y contra lo que se espera del pueblo, que es la sumisión, la obediencia a líneas preestablecidas en oficinas partidarias, el rol de aprendiz y de espectador.

Aprovechemos el momento, no cumplamos los roles establecidos, dejemos por un momento de ser espectadores. Seamos pueblo, seamos acción.

Coordinadora de Grupos e Individuales Anarquistas de Asunción – COGIA