sábado, 31 de mayo de 2014

¿Espacio para la especulación urbanística o para la vida?

El Plan de Gobierno, el POT y el "mega proyecto" cinturón verde para el Área metropolitana, Jardín Circunvalar, tres iniciativas de importancia estratégica para Medellín, aprobadas –o en proceso de serlo– sin conocimiento pleno ni debate profundo por parte de los habitantes de la ciudad. Consecuencias y retos abiertos por estas decisiones.

La ciudad debe ser un tejido de lugares para el buen vivir o se convertirá en un espacio fragmentado, de segregación y exclusión social, sin conexión y sin calidad, para vivir en estrés ambiental, de movilidad, ecológico y de trabajo.
Medellín, una ciudad con escaso suelo urbano y rural aprobará su POT en septiembre próximo, en un proceso que no concita el debate profundo de sus normas, con conocimiento de causa por parte de la ciudadanía. El eje central de la discusión por dar, debería versar por tanto, sobre los usos del suelo, en una movilización de sus habitantes por mts2 para el buen vivir de todos y todas, para una vida con calidad y bienestar. Debate público reglamentado por la Ley 507/99, que en su artículo 2º ordena a los concejos municipales o distritales, la celebración obligatoria de un Cabildo Abierto previo para el estudio y análisis de los Planes de Ordenamiento, sin perjuicio de los demás instrumentos de participación contemplados en la ley, lo cual está desconocido en el actual proceso de revisión y ajuste del POT.
Pero no sólo no hay discusión sino que lo aprobado es una carta en blanco para que luego la administración municipal, en el curso no mayor a 12 meses –contados a partir de la aprobación del Plan de Ordenamiento– lo reglamente. Vale por tanto preguntar, ¿Será viable aprobarlo cuando sólo presenta criterios y lineamientos sin su base reglamentaria? De esta manera, después de un año de aprobado serán reglamentados asuntos estratégicos para unproyecto de ciudad y para la vida con calidad para sus pobladores (ver recuadro 1)
Cinturón verde, un macroproyecto sin fundamento
Este macroproyecto, aprobado e integrado dentro del POT, es una de las decisiones que más afectará la vida futura de los pobladores de este territorio. En una estrategia de levantar corredores o cinturones "verdes" para contener el crecimiento de la ciudad, desplazará miles de familias campesinas y cambiará el uso del suelo que hoy tienen centenares de hectáreas agrícolas, afectando la oferta alimenticia que hoy llega a la capital de Antioquia.
Déficit de vivienda y lucha por el suelo
El problema de la ocupación informal de las laderas que rodean a Medellín es estructural, pese a lo cual el Estado y la municipalidad no han querido atenderlo. Planeando la ciudad a favor de los menos los más quedan excluidos: la institucionalidad de la planeación y el ordenamiento de la ciudad han construido alternativas innovadoras para ello; mal contadas son entre 4.500 y 5.000 viviendas al año las requeridas para dar solución a las familias que llegan a la ciudad, provenientes de un campo que históricamente adolece de atención por parte del Estado.
 De otra parte, la municipalidad en su falta de continuidad de políticas, desvía o desatiende los acuerdos que a largo o mediano plazo se plasman en instrumentos de ordenamiento de la ciudad, como los planes locales o el mismo POT, razón por la cual entre otras cosas y sin temor a equivocarnos queda sin ejecución el 20 por ciento de lo que estaba previsto en el POT inicial de 1999, y los posteriores ajustes conocidos hasta el día de hoy.
 Hemos aprendido a hacer ciudad, es cierto, pero para no más del 30 por ciento de la población de Medellín, para el restante 70, incluyendo el territorio rural-campesino, no se ha hecho ciudad, lo poco que existe en el campo y las laderas urbanas las han construido las comunidades populares y campesinas con sus propias manos y muchas de éstas son informales porque la inmobiliaria urbana, la institución y el Estado, así lo quieren.


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