Alrededor de 200 profesores en huelga rodearon el hotel de
Río de Janeiro donde se alojaron los futbolistas convocados por el
seleccionador Luiz Felipe Scolari, gritando consignas en demanda de más
inversiones en educación y en protesta contra los millonarios gastos públicos
para preparar el país para el Mundial.
¡No va a haber Copa!, gritaban los manifestantes, que
llegaron a abuchear a los jugadores brasileños cuando salieron del hotel en
autobús rumbo a la concentración de Granja Comary, en la ciudad serrana de
Teresópolis, que será el hogar de la verdeamarela durante el Mundial.
¡No me interesa la Copa! ¡Quiero más dinero para la salud y la
educación!, coreaban algunos con narices de payaso.
El autobús estuvo bloqueado por los manifestantes por un
momento y al cabo de una media hora pudo finalmente partir escoltado
por la policía hacia elcentro de entrenamiento. Los manifestantes intentaron
bloquear nuevamente el paso del autobús en la carretera cercana al aeropuerto,
pero éste se desvió de último momento, aceleró y pudo esquivarlos.
Las protestas se repitieron en la llegada de la verdeamarela
a Teresópolis, donde la fuerte protección policial no impidió la exigencia de
otorgar más presupuesto a la enseñanza. Los maestros valen más que Neymar,
decía uno de los carteles exhibidos por el grupo, que incluía a estudiantes y a
militantes de partidos políticos de izquierda. El gobierno dice que invierte
mucho más en educación que en el Mundial, pero no podemos comparar las dos
cosas, porque salud y educación son permanentes, y la Copa dura un mes, expresó
uno de los líderes de los manifestantes en declaraciones a la edición
electrónica del diario O Estado de Sao Paulo.
Los profesores de la red de enseñanza pública del
estado de Río de Janeiro están en huelga desde el 12 de mayo, en reclamo de un
aumento de 20 por ciento para todos los trabajadores de la educación
municipales y estatales. Al acercarse el Mundial, varios sectores han entrado en
paro. La hostilidad de la población hacia el Mundial también se reflejó en la
actitud de un joven habitante de Teresópolis, quien incendió recientemente una
réplica de la Copa del Mundo elaborada por artistas locales e
instalada en la entrada de la ciudad para saludar a la verdeamarela.
La presencia de los grupos antimundial llevó a las
autoridades a armar un fuerte esquema de seguridad para proteger a los
jugadores en Granja Comary, modernizada y reformada a un costo de 15 millones
de reales (unos 6.75 millones de dólares), financiados por la
Confederación Brasileña de Futbol (CBF). Según se informó, 74 agentes vigilarán
todos los accesos al lugar donde se concentra la selección brasileña, el
elegante barrio Comary, ubicado cerca de la entrada de la ciudad de 167 mil
habitantes.
Scolari advirtió que el trabajo de preparación se realizará en
total aislamiento, y que no se permitirá el acceso de aficionados a los
entrenamientos en Granja Comary, que sólo podrán ser seguidos por la legión de
más de mil 500 periodistas acreditados.
Por otra parte, el técnico aseguró que las protestas que sacuden Brasil desde
junio del año pasado no afectan a sus pupilos. Ellos no prestan atención a eso,
aseveró Felipao, quien destacó que el equipo no es responsable de la precaria
situación de los servicios públicos y de la infraestructura en
Brasil. El que tiene que construir carreteras no es el futbolista, tampoco la
CBF, sino el gobierno. Nosotros sólo tenemos que explicar que la función de
ellos es jugar a la pelota, agregó.
El coordinador técnico, Carlos Alberto Parreira,
minimizó las protestas, pues aseguró que en cuanto comience el Mundial el
pueblo apoyará al equipo. Tengo absoluta certeza que la selección es un
patrimonio cultural y deportivo del pueblo brasileño, que la apoyará durante el
torneo, afirmó.
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