jueves, 22 de mayo de 2014

DE CONTESTATARIOS A CÓMPLICES

A propósito de la inminente amenaza que constituye el posible retorno de la mano criminal de Uribe al control del gobierno a través de su pusilánime muñeco Zuluaga, el ahora restituido alcalde y la seguramente restituible senadora han afirmado su apoyo contundente a Santos aduciendo que en él reposa la llave de la paz. Petro y Piedad y con ellos todo aquel que ha decidido reelegir a Santos para “reelegir la paz” han pasado de contestatarios a cómplices. Confundir la impugnación a escenarios funestos como el de la llegada al poder de Uribe y Zuluaga con salidas risibles como la de la reelección de Santos es un error. Entender en el apoyo al opresor una salida hacia un escenario de opresión lo es aún más.
Varios sectores de oposición han manifestado ya la posibilidad de votar por Santos en un repugnante escenario de segunda vuelta en el cual Zuluaga no sólo confronte a Santos sino que además tenga buenas probabilidades de triunfo. Aduciendo al miedo – un miedo veraz, sustentado en 8 años de Uribismo cruento y asesino -, la posibilidad de apoyo a una cara más amable de la opresión se ofrece como una solución dolorosa. Pese a ello, hay dos tensiones que se asoman en una toma de posición como esta. En primer lugar, por cuanto esta toma de posición transgreda el límite de una desesperada última instancia y devenga en un apoyo no sólo anticipado sino entusiasta, hay allí una muestra de traición a un historial de oposición. Las versiones más explícitas de esta primera tensión son los nuevos cómplices Petro y Piedad. La segunda tiene que ver con que un escenario de última instancia no puede hacer perder de vista el horizonte sobre el cual están trazadas las apuestas más profundas de transformación. En la medida en que este horizonte sea la construcción de poder popular por vías distintas a las de un trágico ceñirse al repugnante panorama electoral que nos ofrecen hoy los dos candidatos que puntean las encuestas, la opción entonces debe ser - antes que el miedo y la conmoción – la de la firmeza en una lucha popular que llegue a ser capaz de enfrentar a cualquier criminal con poder.

 La cuestión de la decisión por una complicidad disfrazada de estrategia seguramente pasa por motivaciones múltiples e inciertas de parte de quienes apoyan ahora a Santos: desde conspiraciones no elucidadas hasta fluctuaciones ideológicas bien lesivas. El argumento más claro dentro de todo ello, abanderado por lxs mismxs nuevxs cómplices, es sin embargo el de la necesidad de reelegir a Santos como vía óptima de consecución de la paz y es de hecho de ello de lo que podemos hablar más fehacientemente. Dicho argumento se agota en el hecho mismo de que Santos no es el dueño de una paz que corresponde al pueblo. Varias consideraciones habrían respecto a este punto principal.

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