lunes, 21 de mayo de 2012

La ciudad griega de Volos pone en práctica un sistema económico alternativo


Las épocas de crisis suelen ser germen de soluciones ingeniosas encaminadas a superar las dificultades. En el caso de la ciudad griega de Volos (una pequeña localidad de 100.000 habitantes) la puesta en práctica de la denominada Red de Intercambio y Solidaridad, hace ahora dos años, no procedió tanto de la apurada situación económica por la que atraviesa el país sino de la necesidad de articular una alternativa que hiciera frente al actual sistema capitalista.
La idea básica partió de las múltiples experiencias de comunidades de trueque, que intercambian productos y servicios sin utilizar moneda alguna. En el caso de Volos la idea fue perfeccionada con la creación de un patrón de intercambio, el TEM (Unidad Alternativa Local, en griego), y un avanzado sistema informático tan sencillo en su funcionamiento como eficaz en los resultados.
Cuando alguien entra a formar parte de la Red se le asigna un número de cuenta y se le conceden 300 TEM (1 TEM equivale a 1 Euro solo como referente a la hora de establecer el valor de venta), facilitando de este modo su inicio para comprar o vender productos o servicios. El mayor número de intercambios se realiza los sábados en un mercadillo de apariencia tradicional pero en el que está excluido el uso de dinero. Una amplia oferta que incluye fruta, verdura, ropa, libros, artesanía... pero también aparatos eléctricos e incluso material de fontanería. Además, el sitio web de la asociación ofrece un completo listado tanto de profesionales (médicos, profesores, electricistas...) como de establecimientos de la localidad integrados también en la Red (ópticas, talleres mecánicos, panaderías, carnicerías...), que permiten el pago en TEM durante toda la semana en el horario comercial ordinario. La página también incluye una sección de anuncios donde cada miembro ofrece o demanda lo que necesita. Más de 1.000 personas componen ya este sistema económico alternativo y su número no deja de crecer.
“Con la ayuda inicial -explica a Gara Emilia, una ceramista de 47 años- pude comprar fruta y azúcar para hacer mermeladas que luego vendo los sábados. Comencé hace tres semanas y ya conseguí 800 TEM”, aunque confiesa haberse gastado 500 en peluquería, comida y algún pequeño electrodoméstico que necesitaba. Alexandra vende junto a su padre, Iraklis, huevos frescos procedentes de las gallinas que tienen en el corral, “al principio nos costaban más pues el alimento lo pagábamos en euros, pero ahora encontramos un proveedor de piensos para animales que vende en TEM”, nos relata. Para esta joven de 25 años la iniciativa “es una filosofía para cambiar cosas sin dinero. No estoy en contra del euro, lo necesito para pagar ciertas cosas -aclara-, pero en la medida de lo posible trato de no usarlo. Prefiero el TEM porque es algo que todo el mundo puede usar, el euro solo lo tienen quienes trabajan”. Y asegura convencida que “con el TEM se puede acceder a muchas opciones, de muchas formas, tú decides. Todo el mundo tiene algo que dar u ofrecer”.
El uso de internet ha facilitado en gran medida el intercambio y sobre todo el control del débito. Jristos, un ingeniero apasionado del software libre y cofundador del proyecto, es el responsable del desarrollo de un sistema informático que ha sido diseñado a medida gracias a programas de código abierto. Su avanzado funcionamiento le ha valido el reconocimiento del Banco de Inglaterra por la forma y la seguridad con que se realizan las transferencias. Mejor y más rápido que cualquier banco por internet, los movimientos entre vendedores y compradores son anotados instantáneamente sin comisiones ni demoras, permitiendo incluso un descubierto de hasta 1.200 TEM en la cuenta de un usuario.

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