Las épocas de crisis suelen ser germen de soluciones
ingeniosas encaminadas a superar las dificultades. En el caso de la ciudad
griega de Volos (una pequeña localidad de 100.000 habitantes) la puesta en
práctica de la denominada Red de Intercambio y Solidaridad, hace ahora dos
años, no procedió tanto de la apurada situación económica por la que atraviesa
el país sino de la necesidad de articular una alternativa que hiciera frente al
actual sistema capitalista.
La idea básica partió de las múltiples experiencias de
comunidades de trueque, que intercambian productos y servicios sin utilizar
moneda alguna. En el caso de Volos la idea fue perfeccionada con la creación de
un patrón de intercambio, el TEM (Unidad Alternativa Local, en griego), y un
avanzado sistema informático tan sencillo en su funcionamiento como eficaz en
los resultados.
Cuando alguien entra a formar parte de la Red se le asigna
un número de cuenta y se le conceden 300 TEM (1 TEM equivale a 1 Euro solo como
referente a la hora de establecer el valor de venta), facilitando de este modo
su inicio para comprar o vender productos o servicios. El mayor número de
intercambios se realiza los sábados en un mercadillo de apariencia tradicional
pero en el que está excluido el uso de dinero. Una amplia oferta que incluye
fruta, verdura, ropa, libros, artesanía... pero también aparatos eléctricos e
incluso material de fontanería. Además, el sitio web de la asociación ofrece un
completo listado tanto de profesionales (médicos, profesores, electricistas...)
como de establecimientos de la localidad integrados también en la Red (ópticas,
talleres mecánicos, panaderías, carnicerías...), que permiten el pago en TEM
durante toda la semana en el horario comercial ordinario. La página también
incluye una sección de anuncios donde cada miembro ofrece o demanda lo que
necesita. Más de 1.000 personas componen ya este sistema económico alternativo
y su número no deja de crecer.
“Con la ayuda inicial -explica a Gara Emilia, una ceramista
de 47 años- pude comprar fruta y azúcar para hacer mermeladas que luego vendo
los sábados. Comencé hace tres semanas y ya conseguí 800 TEM”, aunque confiesa
haberse gastado 500 en peluquería, comida y algún pequeño electrodoméstico que
necesitaba. Alexandra vende junto a su padre, Iraklis, huevos frescos
procedentes de las gallinas que tienen en el corral, “al principio nos costaban
más pues el alimento lo pagábamos en euros, pero ahora encontramos un proveedor
de piensos para animales que vende en TEM”, nos relata. Para esta joven de 25
años la iniciativa “es una filosofía para cambiar cosas sin dinero. No estoy en
contra del euro, lo necesito para pagar ciertas cosas -aclara-, pero en la
medida de lo posible trato de no usarlo. Prefiero el TEM porque es algo que
todo el mundo puede usar, el euro solo lo tienen quienes trabajan”. Y asegura
convencida que “con el TEM se puede acceder a muchas opciones, de muchas
formas, tú decides. Todo el mundo tiene algo que dar u ofrecer”.
El uso de internet ha facilitado en gran medida el
intercambio y sobre todo el control del débito. Jristos, un ingeniero
apasionado del software libre y cofundador del proyecto, es el responsable del
desarrollo de un sistema informático que ha sido diseñado a medida gracias a programas
de código abierto. Su avanzado funcionamiento le ha valido el reconocimiento
del Banco de Inglaterra por la forma y la seguridad con que se realizan las
transferencias. Mejor y más rápido que cualquier banco por internet, los
movimientos entre vendedores y compradores son anotados instantáneamente sin
comisiones ni demoras, permitiendo incluso un descubierto de hasta 1.200 TEM en
la cuenta de un usuario.
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