En los últimos meses se ha visto una ola de amenazas y
asesinatos masivos a lo largo y ancho del país, tanto en zonas rurales como
urbanas, declarando muerte a militantes de organizaciones políticas y sociales
de izquierda. Tal es el caso de Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos,
Consejo Regional Indígena del Cauca y otras organizaciones independientes pero
no menos importantes.
El paramilitarismo, que nunca ha dejado de ser una
herramienta de la derecha -y por ende del Estado- en este país desde la década
del 80 (y que se remonta a ejércitos particulares de hace décadas, como los
chulavitas o los pájaros) para llevar a bordo el color de la sangre y la muerte
en su trasegar de terror y dolor en comunidades campesinas, indígenas,
afrodescendientes y urbanas, sigue reestructurándose con la complicidad de la
Fuerzas Militares para su eventual accionar de pos-acuerdo entre el gobierno nacional
y la insurgencia de las FARC-EP.
No es casualidad que en los municipios y/o departamentos
donde tuvo un “triunfo democrático” –valga la redundancia- el partido Centro
Democrático, el poderío paramilitar tenga gran influencia en esos territorios,
ni tampoco es en vano su presencia, pues allí campantemente se encuentran
empresas multinacionales de minería a cielo abierto, de plantaciones de palma
africana, caña de azúcar y/o simplemente ganadería extensiva bajo los dominios
de grandes terratenientes a costa de expulsión violenta a las habitantes
trabajadoras de la tierra.
Tampoco es un secreto o casualidad que con la llegada del
señor Enrique Peñalosa a la alcaldía de Bogotá hayan comenzado a llegar –en
gran medida- panfletos amenazantes a barrios de la ciudad con la denominada
“limpieza social”.
En los primeros tres meses del año ya han comenzado una
serie de asesinatos cobardes a militantes y luchadores sociales. Los medios de
comunicación de paga callan. Los medios de comunicación alternativa denuncian e
informan. El movimiento social en general se solidariza. Si nos tocan a una nos
tocan a todas.
La intención de estas cortas palabras es unir muchas voces y
muchas esperanzas haciendo un frente al intento de doblegar y reprimir el sueño
por la vida digna en el campo y la ciudad. El aparataje paramilitar del Estado
aunque tenga mucho poder no tiene sueños. Los sueños vencen al poder. Nosotras
tenemos una gran cantidad, por eso nos temen porque no callamos ni nos
detenemos, porque tenemos nuestros sueños más coloridos y claros que nunca. Las
compañeras asesinadas mueren para vivir en nuestros caminos de liberación
social, en los corazones con sed de libertad y en nuestros pasos que damos al
andar.
¡Por nuestras muertas ni un minuto de silencio, toda una vida
de combate!
* En memoria de William Castillo, Klaus Zapata, Marisela
Tombe y Alexander Oime, militantes de Marcha Patriótica asesinados en las dos
últimas semanas.
Grupo Estudiantil Anarquista – Bogotá.
Marzo de 2016
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