“…la expansión de la frontera… convirtió a la región en
tierra de guerra por las fricciones entre indios y españoles, entre las
distintas parcialidades constreñidas en el uso ancestral de las tierras, y
entre estos grupos y aquellos que habían sido sometidos a servidumbre. En el
ánimo de los nativos estaba considerar enemigos irreconciliables a todos los
que habían tenido relación con los españoles, a quienes no perdonaban,
solicitando siempre venganza, sin olvidarla; y cuando la conseguían, su mayor
triunfo lo manifestaban quemando sus poblaciones, quizás como un símbolo que
borrase la existencia de la traición tangible. Por eso en cada alzamiento..,
ningún español podía atravesar sus vecindades sin encontrar la muerte; los
indios de servicio formaban parte del grupo enemigo, por lo tanto no existía
diferencia entre ellos.”
El análisis que hacen los medios tradicionales enviados por
los grandes intereses del capital nacional, se centra en mostrar una Guajira
sitiada por la sequía, la politiquería, el desarrollo de clanes políticos
hegemónicos y un machismo bastante exacerbado. Es claro que todas estas son
situaciones que efectivamente se presentan en la Guajira en estos momentos,
pero, debemos hacer el esfuerzo de hacer un análisis más exhaustivo que dirija
la atención al porqué de esta situación.
Por ello, trataremos de contextualizar un poco más la
situación de crisis de un territorio con unas condiciones de supervivencia muy
duras, que albergaba a una cantidad de pueblos indígenas entre los que se
encontraban los Guajiro, Calancala, Macurias, Eneal, Arubas, Aliles, Sapara, Atanare,
Toa y Cocina… Pueblos que supieron resistir a las guerras entre tribus, y que
además, lograron resistir de manera parcializada a embates foráneos que datan
desde el siglo XVI, pero que con el advenimiento de las nacientes repúblicas de
Venezuela y Colombia, fueron desplazados a las tierras que hoy habitan. Por
ello en la actualidad, gracias al efecto del calentamiento global, y peor aún,
gracias a la codicia de la civilización occidental estos pobladores sufren las
consecuencias del exterminio de su pueblo.
Sin embargo, este artículo no pretende adscribirse a la
idealizada concepción que se promueve en diferentes espacios sobre el mundo del
pueblo Wayuu, pero sí, en hacer hincapié en la responsabilidad de la actual
crisis –que es la de siempre- a los Estados de Colombia y Venezuela.
El pueblo Wayuu es uno de los pueblos Arawak que cuenta con
aproximadamente 600.000 pobladoras en la parte alta de la península de la
Guajira, su economía se basaba en la caza, la pesca, y posteriormente el
pastoreo de bovinos. Ubicados estratégicamente lograron desarrollar nociones
frente al comercio que se abría en el siglo XVI con la llegada de algunos
españoles, piratas y comerciantes del resto de Europa y sus propios Clanes.
Desde el principio lograron adaptar las experiencias
políticas y culturales que desde distintos actores se les presentaban, gracias
a su cepa luchadora, lograron adaptarlas para afinar su estrategia de
resistencia –violenta o no- contra los navegantes que venían en busca de “Un
Nuevo Mundo”. De allí aprendieron la ganadería, el comercio, la horticultura,
nuevas técnicas de agricultura y el tan mentado Contrabando.
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