Atravesamos una época de gran incertidumbre en todo lo que
concierne la cuestión del futuro de la energía. Hace cien años, la era del
petróleo no hacía más que comenzar, tenía un gran futuro por delante, enormes
espacios por explorar y numerosos pozos que perforar. Eso sí, un «gran futuro»
relativo ya que la edad de esplendor del petróleo no habrá sido más que un
breve parpadeo en la historia de la humanidad, por no hablar de la historia
geológica.
Desde hace más de una década comenzó, como se sabe, la guerra de la información
en torno al agotamiento del petróleo. Desde entonces han aparecido numerosos
libros, artículos, blogs y notas de prensa que abordan la cuestión desde
diferentes perspectivas. Hacer un recuento, aunque fuera sumario, de esta
controversia excedería nuestras capacidades así como los límites de este
artículo. Nos conformaremos, por el momento, con la formulación de algunas
dudas e interrogantes que nos salen al paso.
Como ustedes saben, el problema del agotamiento del petróleo se ha dado a
conocer a menudo como «peak oil» (pico o cenit del petróleo), «Hubbert’s peak»
(pico de Hubbert), «techo del petróleo», «depletion» (agotamiento), «fin del
petróleo barato»… fórmulas todas ellas que se traducen, según los
especialistas, en un fenómeno de colisión o choque entre las reservas de
petróleo y las expectativas industriales y comerciales de explotación. Lo que
ha inducido a varios autores a hablar de «fin de la fiesta», «larga emergencia»,
«crepúsculo trágico», etc. En la versión más simplificada de este fenómeno, la
extracción de petróleo para una zona dada alcanza un máximo productivo –el
cenit o pico– a partir del cual se inicia un declive inexorable. Ahora bien,
expresado de una forma tan abstracta, esta definición no nos aporta información
alguna que sea interesante. Y ahí reside el problema: el agotamiento del
petróleo requiere de un contexto muy preciso sin el cual no sabemos de que
estamos hablando. El geofísico M. K. Hubbert, que trabajaba en los años
cincuenta para la compañía Shell, advirtió que la evolución en la explotación
de un yacimiento petrolífero se podía describir gráficamente con una curva en
forma de campana: tras un momento breve donde la producción alcanza su culmen, lo
que ocurre aproximadamente cuando se ha agotado casi la mitad de la reserva, la
producción empieza a declinar. En 1956, Hubbert se sirvió de un modelo
predictivo estadístico que le permitió anticipar el declive de la producción de
petróleo en Estados Unidos. Este declive comenzó de hecho en 1970, como Hubbert
lo había previsto. Ese es el contexto: la industria petrolera estadounidense,
los años 1956-70, el subsuelo norteamericano, las tecnologías extractivas de
aquella época, las conductas mercantiles y las políticas fiscales de entonces,
sin olvidar, claro, el escenario mundial de aquel momento. Años más tarde
Hubbert aplicaría su modelo a la industria mundial del petróleo, previendo su
cenit al rededor del año 2000.
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