domingo, 6 de abril de 2014

ERASE UNA VEZ UN MAGO QUE SE CONVIRTIÓ EN ALCALDE

Formado por su padre desde pequeño en el arte de la magia, aprendió con sorprendente rapidez este milenario oficio, que algunos lo han querido ubicar en el selecto grupo de las artes, pero que visto de una manera más humilde y descompilada, no es más que la habilidad para hacer creer lo que no es y desaparecer lo que en la realidad ya existe. Fue en la tierra de los magos más reconocidos del el país, donde su padre, no solo se hizo como mago, sino que gozó de gran fama por la facilidad con que hacia desaparecer las cosas: escrituras, tierras y hasta personas, que en algunas ocasiones reencarnaban con otros nombres. Un verdadero maestro y gurú de la magia en el occidente de Antioquia y de otras regiones del departamento.

Su hijo, Aníbal Gaviria, aprendió rápidamente desde pequeño todas estas artimañas, trucos e ilusiones. Esta última cualidad no es propia de los aprendices, ni de los ayudantes entendidos en la magia, sino de  los magos más experimentados y marrulleros como lo fue su padre y algunos de este selecto séquito de tramposos. Aunque fue un alumno aventajado con respecto al resto de sus hermanos, primos y demás familiares que quisieron heredar esa virtud del linaje Gaviria, no quiso profundizar en este oficio como era el deseo de su padre, quien lo azuzaba permanentemente para que no olvidara sus orígenes y sabiduría ancestral. Atormentado por esta situación, y como una forma de reivindicarse con su padre y con su familia, decidió que iba a tomar  la mejor carrera de su vida, la que mejor se complementa con la mafia, perdón, con la magia moderna.


Fue así que aprovecho una reunión familiar para dar la gran noticia. Señores y señoras, niños y niñas, adultos y adúlteras, perro y gatos, pongan mucha atención: He tomado la decisión de mi vida. Quiero ser politiquero. ¡Y por qué no  político! , Preguntó uno de los invitados. “Es que ese asunto es más complicado”, Contestó el ya autoproclamado doctor Aníbal Gaviria.  Y con la bendición de su padre y la de su familia- porque los que hacen magia también cree en Dios- , empezó su carrera y escalonó rápidamente hasta llegar a la Alcaldía de Medellín.

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