En Kurdistán, la lucha por la liberación de las mujeres es
eje de la lucha por la liberación social y nacional kurda. Desde entonces los
actos de heroísmo, el dolor por las mujeres caídas y la lucha por la liberación
se han combinado de una forma única. Las luchas de las mujeres adquiere doble
valor: como esencia y como ejemplo. América Latina es también hija del sol y
hermana de los pueblos de Oriente Medio.
La leyenda de Kawa
La noche era oscura, las primeras estrellas se
entremezclaban con las montañas. Kawa había tomado una decisión, e impaciente,
esperaba al amanecer.
Zohak ordenó al diablo que le suministre dos jóvenes a
quienes extraería los sesos para alimentarse. Desde hacía mil años, el monarca
despojaba a las familias kurdas de su descendencia para nutrir dos
protuberancias (similares a serpientes) que asomaban de sus hombros y con ello
sobrevivir eternamente.
El sol comenzó a salir, el herrero tomó el mazo que yacía sobre
el banco de madera y se dirigió a las puertas del imperio asirio. El rey Zohak
había realizado los rituales sagrados antes de devorar a las últimas dos hijas
de Kawa.
El rumor se expandió por las montañas, ágilmente miles de
jóvenes (sobrevivientes del martirio) acudieron a la torre donde Zohak
reposaba. Kawa intercambió a sus hijas por los sesos de dos corderos.
Al ingerirlos, Zohak se deshizo en llamas y la rebelión
estalló. Se dice que esto sucedió un 21 de marzo del año 612 antes de Cristo
(a.C.) y desde entonces los kurdos renuevan sus esperanzas bajo el Newroz,
encendiendo el fuego de la vida en el día de la libertad.
Las kurdas
“La nuestra es una lucha contra el colonialismo étnico y
sexista”, sostiene Pikara Nursel Kilic.
“Cuando quieran acordarse de la charla sobre aquel pueblo
que escucharon piensen en las hijas del sol y del fuego, y no nos olvidaran”,
explica Melike Yasar.
En nuestros tiempos, donde el poder todo lo corroe y los
silenciados todo lo soportan, las mujeres kurdas construyeron el ejército de
mujeres que todo lo quiere: la liberación.
“La emancipación de una mujer pasa por la liberación de
todas las mujeres”, afirma Fidan Dogan.
Ser la antítesis de la tesis del patriarcado, así es que se
libera la vida.
“No podrán detener la primavera”
1991 es un cambio de época.
Gracias a Layla Zana las palabras en kurdo tomaron forma en
el parlamento turco, y como generacionalmente sucede en las etnias milenarias,
las madres educan en la lengua materna a sus hijas.
De allí que lengua materna no haya sido apropiada por lengua
paterna. Los padres no educan a sus descendencias, más bien las forman (es
decir, las deforman al ser formadas todas por igual).
El pueblo de Diyarbakir eligió a Leyla para que les enseñe
las palabras del kurmanji, que son las palabras del kurdo y de las mujeres. Jin
es mujer en kurdo, y el kurmanji el dialecto ancestral de esta etnia.
Leyla esgrimió la lengua materna en la casa turca intentando
abordar el problema de la hermandad entre los descendientes de los medos y los
descendientes de los otomanos.
Ello le valió 10 años de prisión.
¿En dónde se ha visto que una madre sea condenada por
enseñar la lengua a sus hijos?
Agir – fuego
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