domingo, 16 de noviembre de 2014

México: Rabia

Fueron desaparecidos y asesinados por ser jóvenes. Por ser estudiantes, campesinos y pobres. El asesinato de 5 y desaparición de 43 estudiantes normalistas de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, representa un acto salvaje  de terrorismo de Estado contra estudiantes que utilizan el recurso de la movilización bajo una conciencia de lucha para transformar la condiciones socio-económicas del estudiantado pobre en el espectro rural. Es decir, el blanco del Estado fueron estudiantes organizados.

La violencia en sí misma sobre los estudiantes normalistas de Ayotzinapa representa un acto de terror y barbarie de clase.  Pero la preparación y ejecución que con toda saña se perpetro, con la complicidad de la clase política y económica, deja ver el lado oscuro de la perversidad del poder en México. Por supuesto, lo acontecido en Ayotzinapa no es un hecho accidental propiciado por una crisis de seguridad pública, ni mucho menos representa el debilitamiento de las instituciones de seguridad en México. De hecho dicha afirmación representa una estrategia dilatoria que busca desviar la atención social para crear un clima arbitrario de impunidad. Dicho argumento dilatorio y pacificador busca amainar la rabia mediante "La opinión intelectual" mediática. La afirmación de que quien asesinó y desapareció a los normalistas fue el Narco es un recurso que forma parte del plan en la aplicación del terror por parte del Estado. Finalmente es fumigación mediática de los medios de comunicación oficiales que pretende anestesiar el crecimiento de la rabia digna sobre los hechos lamentables de Ayotzinapa, por tanto es un discurso  ficticio.

Lo único real ahora es el dolor y el llanto que nos lleva al estadio de digna rabia de la que nos hermanamos los de abajo. El hecho nos lleva de las lágrimas al entusiasmo de rabia colectiva.
Resulta significativo destacar que en los cargos de administraciones públicas de las que ha participado Enrique Peña Nieto no es el primer hecho donde se aplica el terror de Estado ya que los acontecimientos de San Salvador Atenco en mayo del 2006, cuando éste fungía como gobernador del Estado de México, mereció la denuncia de organismos nacionales e internacionales de derechos humanos. En Atenco Peña Nieto aplicó terrorismo de Estado mediante el uso de la tortura, el asesinato y la violencia sexual como dispositivo de tortura.

El 26 de septiembre en Ayotzinapa, en los acontecimientos perpetrados por el Estado resulta clave la declaración de un militar del batallón de Infantería Nro. 27, que depende de la 35 Zona Militar (que dicho sea de paso se encuentra a escasos kilómetros de donde se registraron los hechos), cuando éste (el militar) advertía a estudiantes detenidos (dos horas antes del segundo ataque): "denos sus nombres reales, porque si nos dan sus nombres falsos nunca los van a encontrar" (sic)[2]. Dicha declaración del efectivo militar, en el operativo contra los normalistas, pone en evidencia la consigna de los altos mandos militares. En el mismo tenor, la exhibición mediática del estudiante desollado no resulta una casualidad, representa el efecto perverso del discurso de muerte de la clase política y económica que se expresa en el terror de Estado.

El ex-presidente municipal de Iguala, Guerrero, (quién en algún momento fuera abanderado por el PRD) hoy resulta el personaje incómodo. Igual se le mira sonriente y abrazado con Peña Nieto como con Obrador o Mancera, para luego después y de forma desesperada se busca convencer que el abrazo fue ocasional o que sólo le vieron 3 veces. Finalmente el rostro de la clase política es un rostro lleno de Abarca, es decir de muerte.  Abarca, el hombre miserable, no es sino el paladín de algo que se esconde y apenas se observa: El terror de Estado.

La violencia sistematizada y de clase perpetrada por el gobierno de Peña Nieto tiene como base el odio, y se expresa grotescamente con la figura de Fosa humana y tiene como objetivo el control social a cualquier costa. Enzesberguer, en su trabajo de perspectiva de guerra civil, nos reafirma que: "el ser humano es el único primate que se dedica a matar a sus congéneres de forma sistemática a gran escala y con entusiasmo". Peña Nieto, en ése sentido, resulta un primate asesino en serie, que por medio del horror reprimió, torturó y asesinó a los pobladores de San Salvador Atenco y ahora lo hace con los Normalistas de Ayotzinapa en Guerrero. Lo ha ejecutado sistemáticamente con entusiasmo y odio hacia pobres que fungen como opositores a su régimen de gobierno.
Tras lo acontecido en Ayotzinapa Guerrero, al Dr. Mireles le asiste la razón: (…) El pueblo mexicano tiene dos caminos, la fosa o la autodefensa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario