Modelo societal periférico, el colombiano, con total
ausencia de proyecto propio. Sus consecuencias son múltiples. Este artículo
describe la tendencia creciente del consumo de importados en la canasta de los
hogares colombianos en lo transcurrido del siglo XXI. Gana espacio el consumo
suntuario de lo importado. La oligarquía derrochando los ingresos fruto del
esfuerzo de las mayorías.
En pleno siglo XXI, como una maldición, tres siglos de
dominio colonial (ver cuadro Mentalidad...) continúan atormentando el espíritu
de la sociedad colombiana, tanto en sus condiciones de producción como de
reproducción cotidiana.
Una maldición, que ante la ausencia de un proyecto de país
con piso y proyección soberana, pareciera no tener fin. En efecto, en lo
corrido del siglo XXI, sobre la base de un modelo de desarrollo expoliador,
extractivo y excluyente, la economía colombiana registra un crecimiento acelerado
cuyos frutos son apropiados y concentrados por la oligarquía rentista y el
Estado parasitario.
Nuevos ricos
Así lo confirman los datos. En el período 2000-2014 el
Producto Interno Bruto (PIB) nacional se multiplicó por cuatro. En estos años, la
población creció de 40 a 48 millones de habitantes, y la dinámica de la
economía lo hizo a un ritmo superior, permitiendo que el ingreso por habitante
creciera de US $ 2.588 en el año 2000 a US $ 7.814 en 2014 (cuadro 1), lo que,
como todos sabemos es un indicador mentiroso pues la redistribución no es así
de equitativa.
También hay otros incrementos. El gasto anual del consumo
final de los hogares para el 2014 asciende a 456.776 miles de millones de
pesos, esto es, 3,2 veces más que 14 años atrás. El Estado, de igual manera,
aumenta en forma más acelerada la apropiación de la riqueza anual generada por
el trabajo colombiano, mediante continuas reformas tributarias que elevan los
impuestos al patrimonio, a los ingresos y al consumo (IVA), limitando gravemente
la capacidad efectiva de compra de las familias, en particular la clase media,
de manera que el 28% del PIB ahora está controlado directamente por el
Gobierno. Las ganancias de los empresarios igualmente son crecientes. En
contraste, el ingreso de los trabajadores perdió participación en la
apropiación del valor agregado nacional: a principios de la década de 1980
apropiaban el 44% y actualmente solo el 32%, es decir, en las tres últimas
décadas los asalariados perdieron 12 puntos en la participación de la riqueza
producida anualmente en el país, bien por caída en los salarios o por desplome
del trabajo asalariado (remplazado por formas precarias e inestables de
trabajo, esto es, la diversidad del rebusque o informalidad: microempresarios,
cuenta propia, trabajadores familiares no remunerados, etc.).
Hay más. En la estructura de la demanda final interna, el
consumo total de los hogares perdió 10 puntos de participación porcentual al
pasar de 68,5% en el año 2000 a 58,2% en 2014. El crecimiento acelerado de los
gastos del Gobierno y de la formación bruta de capital (acumulación del
capital), en detrimento del aumento en el consumo final de los hogares, explica
este comportamiento (gráfico 1).
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