
En medio de una brutal arremetida y de un uso
desproporcionado por gases lacrimógenos, los estudiantes de la principal casa
de estudio resistieron con gallarda valentía la bota militar, de una
institución que en tiempos de 4ta y 5ta republica ha intentado en vano,
mancillar el libre albedrío de los mozalbetes.
La UCV en tiempos pasados fue el reducto ingobernable de un
puñado de jóvenes de la “izquierda”- hoy en el poder- que se amparaba en sus
claustros y en la autonomía de la principal casa de estudios de la región, para
generar entropía social entre semana. Eran los tiempos de los “jueves
culturales” y de acciones violentas en la “gorra universitaria” y la salida de
Las Tres Gracias, tiempos donde organizaciones como Desobediencia Popular, los
celebres “doce del patíbulo” y algunos anarquistas, botaban piedra y arrechera
entre sangre y sudores.
Más de 50 estudiantes muertos dejo aquella jornada de lucha
en casi 3 años de trancas ininterrumpidas, el doble de lo que llevamos apenas
en un mes de levantamiento popular.
Hoy, muchos de esos encapuchados como Roland Denis, Vanessa
Davies, Elías Jaua o Ricardo Menéndez, se hacen la vista gorda y guardan
oprobioso silencio ante las agresiones de los mismos perros que en sus años
mozos los perseguían, torturaban y amedrentaban.
La universidad como institución de enseñanza es objeto de
una serie de críticas desde una perspectiva anarquista, sin embargo, ante el
yugo de un cuartel, los pocos espacios y baches de resistencia que puede
representar la “casa que vence la sombra” debe ser defendida con vehemencia por
todos los libertarios. Donde quiera que este la autoridad, los anarquistas
estarán allí, para solidarizarse y para luchas a brazos partidos con los
represaliados.
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