Frente a la empresa de Cadbury-Chiclets Adams en el barrio
Calima de la ciudad de Cali, los obreros se han agrupado en “carpas de la
resistencia” para protestar por el cierre de la empresa, propiedad de Mondelēz
Internacional, multinacional norteamericana, que produce una serie de
productos, entre ellos las galletas Oreo, Motitas, Sparkies, Halls, Chiclets
Adams, Bublicious, Trident, Bubbaloo, Certs y Club Social. Esto no es una
huelga, sino una lucha sindical para reclamar el derecho al trabajo. Las
paredes de la fábrica se encuentran llenos de carteles en que denuncian a la
multinacional, que llaman al boicot de sus productos y al reintegro de los
trabajadores. Denuncian, en fuertes términos, lo que llaman una “Masacre
Laboral” en contra de los trabajadores. Un obrero comenta que “esto es una
masacre laboral, porque con este cierre, unilateral, fraudulento, nos han
cortado nuestros proyectos de vida, nuestra estabilidad. Por ejemplo, yo iba a
comprar una vivienda y ahora el banco me ha rechazado el préstamo. Son muchas
las afectaciones que los obreros estamos sufriendo solamente por la codicia de
una multinacional que nos ve como máquinas viejas que pueden desechar cuando ya
les han sacado todo el uso que podían”.
El despido masivo como “retiro voluntario”: engaño a los
trabajadores
El problema de los trabajadores, comenzó a mediados de Mayo,
cuando la empresa comunicó que, debido a obras, se cerraría el parqueadero
durante el fin de semana y que el día 19 se esperaba a todos los trabajadores
en el Centro de Eventos Valle del Pacífico para un evento sobre las
perspectivas para el 2015. Según los trabajadores, también se dijo que la
empresa sería fumigada y que por eso los obreros deberían sacar sus cosas de
los lockers y dejar sus elementos de protección en cajas.
Jhon Freddy Dosman, Fiscal de la Junta Directiva de
SINTRAIMAGRA-CALI (sindicato industrial al que está adherido el sindicato de
base SINTRACADBURY que agrupa a los trabajadores de esta empresa), nos comenta
que “apenas llegamos ese día al Centro de Eventos notamos muchas cosas raras.
Por ejemplo, había dos cordones de seguridad y detector de metales. También
estaba el abogado de la empresa. Vimos entonces que se venía algo malo. Nos
hicieron registrar, nos dieron escarapelas y luego nos dividieron en distintos
salones. A la directiva nos enviaron a un salón, a los otros trabajadores a los
demás 20 salones, separando a los trabajadores de contrato indefinido de los de
término fijo. Nosotros nos negamos a entrar al salón a esa encerrona, y
comenzamos a alertar a los trabajadores de que no firmaran nada y estuvieran
atentos a las orientaciones de la junta directiva. Les dijimos que apenas se
hablara de cierre, nos tomáramos el evento y no lo dejáramos avanzar.
Discutíamos con Julián Flórez Loayza, gerente de planta, que
nos quería hacer ingresar al evento, cuando nos avisan por teléfono que adentro
ya se hablaba de cierre, que por rezago tecnológico, carga prestacional, crisis
económica, costo de materia prima como el azúcar y por la pésima
infraestructura vial del país que encarecía el proceso. A la gente le estaban
dando unos paquetes para que firmaran un ´retiro voluntario´, como si no
hubiera sido decisión unilateral de la empresa sino un acto voluntario de los
trabajadores. En ese momento entramos al evento a tomarnos el salón y sacar la
gente, porque esto era una estafa, un acto ilegal, no había ninguna
autorización del Ministerio del Trabajo para despedir la gente. Esto fue un
caos, la gente estaba con crisis de nervios y la empresa ya había previsto que
esto podía pasar porque tenía aprestadas dos ambulancias.”
Cuando la empresa ve que el sindicato no se acoge a esta
propuesta y que comienzan a incitar a otros compañeros a no acogerse, entonces
radican a las 9:16 am la solicitud de despido ante el Ministerio del Trabajo.
De la cifra total de 700 trabajadores de la empresa, pidieron el “retiro” a
539; mediante el engaño, lograron que unos 300 trabajadores firmaran ese día.
Se estaba pidiendo el “retiro voluntario” a los 480 obreros de producción y
sólo a 60 de los administrativos. La mayoría de los administrativos siguieron
trabajando en las oficinas de Cali; este golpe fue dirigido fundamentalmente en
contra de la producción.
¿Qué hay detrás del cierre?
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