El mundo se estremece horrorizado (así sea de manera
transitoria) por la desaparición a manos de una maquinaria estatal criminal, de 43
normalistas en Ayotzinapa, Guerrero, México en un operativo que
solamente pudo hacerse con la coordinación y participación directa del
ejército. Este tipo de acciones de terror contra la población civil con
objetivos ideológico-político-económicos precisos. Se sabe que todo el territorio
nacional mexicano es sujeto de una intervención de terror a manos de una
maquinaria criminal articulada con políticas, reformas y estrategias de
propaganda y engaño que, en su conjunto, benefician un proceso de ocupación del
país por intereses financieros y extractivistas de mafias económicas
transnacionales que ejercen el poder al más alto nivel en la arquitectura del
capital transnacional global.
Más evidente aún es que México no es un caso aislado bajo
este proceso integral de conquista y guerra contra los pueblos. El mismo
proceso con énfasis diferenciados en terror, políticas y judizialización,
control y manipulación ideológica, procesos de cooptación y de captura de
comunidades y luchas se da en todo el planeta, aún en los países centrales.
Grecia, bajo Syriza es un ejemplo reciente y visible de lo mismo, como lo fuera
Libia y Egipto.
Un país que ha servido como experimento de esta maquinaria es
Colombia. Allí se han sembrado cadáveres en todo el país en una estrategia
genocida con fines económicos y políticos del capital. En el 2006 hubo una
masacre cometida por paramilitares cada 8 días y siguen absolutamente impunes.
La semana anterior, el gobierno decide explorar “La
Escombrera”, una enorme fosa de fosas comunes en la ciudad de Medellín, de la
que se ha sabido hace muchos años. Allí están muchos desaparecidos y asesinados
por esta maquinaria global de terror implementado en esa ciudad y región. Acá, Juan Diego Restrepo presenta los datos y el contexto.
Mientras tanto, los medios y el gobierno, el régimen que comete estos crímenes
de manera sistemática y fría, presenta esta fosa común del terror del régimen
por todos los medios, como un resultado de “La Guerra” y del “Terror”,
encubriendo el que fuera realizada por actores del régimen y a su servicio, y
aprovechando la masacre para promover aún la exhumación de víctimas de un
genocidio en curso, como un logro en el camino hacia la paz del modelo. Tanto
es de oficio la masacre, como la exhumación y los rituales de confesiones y
sentencias. Un proceso administrativo que hace parte de la maquinaria de muerte
y destrucción para la acumulación. Con ello encubren este,´un eslabón en la
cadena de terror global y transnacional.
La tormenta desatada desde el sistema para superar su
crisis, tal como la señalara el EZLN, está ejecutando un plan global que
despoja y elimina pueblos. En Grecia, lo demuestran las estadísticas de
desempleo, suicidios, deterioro del nivel de vida, pérdida de derechos y un
largo etc., asesina robándose el país, generando desempleo y hambre y
transformando por la vía de una deuda entre poderosos actores financieros, en
un mecanismo para someter un país y aplastar un pueblo señalando al tiempo que
se merecen esta muerte por inanición por perezosos e inmaduros.
La Escombrera, una de las fosas comunes del planeta en el
que el sistema "siembra cadáveres para cosechar ganancias" no puede
ser aislada como un hecho de Medellín y Colombia y menos como un gesto de
verdad y paz. Es una de las fosas globales en el genocidio con que el capital
avanza en su proceso de apropiación de territorios planetarios y la simultánea
eliminación de excedentes de capital y población. Esta guerra contra los pueblos
desaparece y entierra en todas partes y luego desentierra para avanzar el
camino del terror para la acumulación.
La resistencia global necesita reconocer la guerra total.
Necesitamos entender que esta guerra no reconoce fronteras y los pueblos
tampoco podemos dejarnos encerrar en la geografía nacional que sirve al
sometimiento y a nuestro aislamiento y posterga la resistencia popular.
FUENTE: http://www.nasaacin.org/editoriales/7760-la-escombrera-fosa-de-impunidad-en-la-guerra-global-contra-los-pueblos
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