El estado vuelve a recurrir a la represión e intenta de
nuevo criminalizar la ideología y los colectivos anarquistas. Para ello, pone
en marcha toda su potencia mediática y judicial, tratando así de instalar en la
sociedad un clima de miedo e inseguridad que justifique la aprobación y
aplicación de nuevas leyes, cada vez más represivas y reaccionarias. Necesitan
un enemigo y lo fabrican. Primero hacen leyes; después buscan culpables a
los que aplicárselas. Con todo esto pretenden esconder al servicio de
quién está toda la maquinaria del estado, que no es otro que las grandes
empresas y la banca.
Cuando, a pesar de la llamada a participar en los procesos
electorales, se mantiene o aumenta la respuesta en la calle contra todos sus
recortes sociales y laborales y la pérdida de derechos, el estado necesita
reforzar sus herramientas represivas y de control social. Y las pone en marcha
contra aquellos que se le enfrentan.
Las detenciones y registros de hoy se producen,
precisamente, pocos días después de que se aprobara la nueva Ley de Seguridad
Ciudadana, más conocida como Ley Mordaza, a la cual no sólo se oponen los
movimientos sociales y sindicales más combativos: instituciones tan poco
sospechosas de ser "terroristas anarquistas" como ONG´s y otros
movimientos sociales, la Unión Europea o la ONU también han manifestado su
rechazo o sus reservas hacia ella.
La relación entre ambos sucesos nos parece nítida. Las
operaciones policiales amparan la aprobación de una ley tan controvertida,
jugando aquí el movimiento y los colectivos anarquistas el papel de víctimas
propiciatorias: como no se presentan a elecciones ni tienen plaza fija en las
tertulias televisivas, sus denuncias quedan apagadas por el ensordecedor ruido
mediático. Al mismo tiempo que la ley genera alarma social y busca una base de
apoyo a la política del ordeno y mando, reprime cualquier reivindicación que
ponga en peligro su control sobre la respuesta social y sindical a sus ataques.
El único terrorismo real que sufre la clase trabajadora es
el que se ejerce desde el poder: los desahucios, el paro, el desmantelamiento
de la sanidad y la educación...Como gritamos en las calles, "violencia es
no llegar a fin de mes". No podemos permitir que pisoteen nuestros
derechos más básicos. Ayer detenían manifestantes y huelguistas. Hoy detienen
anarquistas. Mañana serás tú. Y entonces ya será tarde.
No a la represión. No al encarcelamiento de quienes luchan.
Secretariado Permanente del Comité Confederal
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