PARTE 1. SOBRE LA DESTITUCIÓN DE PETRO Y LOS PARTIDOS
POLÍTICOS
Las decisiones de la Administración Pública no carecen de
sentido ideológico ni político como lo creen algunos, ni tampoco es una
decisión “neutra” dentro de la consolidación de Estado colombiano mediante este
proceso de fastización[1].
En Bogotá, la elección del alcalde Gustavo Petro con una votación de más de 700
mil ciudadanos y posteriormente destituido bajo una decisión administrativa de
la Procuraduría, permite identificar varios factores del entramado político,
jurídico y gubernamental del país, fundamentalmente con tres elementos de
análisis: la estatalización versus la privatización, el mensaje lanzado desde
la Derecha colombiana a las negociaciones de paz en la Habana y un punto de
inflexión o de ruptura en la democracia representativa.
En este corto artículo he querido adentrarme en el último elemento como
análisis reflexivo sobre la capacidad política, la actuación de los movimientos
sociales en lucha y a su vez, evidenciar algunos vicios históricos sobre la
falsa participación democrática que permite el Estado, en tanto es menester de
las fuerzas sociales, políticas revolucionarias en pugna generar y proponer
métodos para el resquebrajamiento de los espacios que el poder otorga, aunque
estos sean resultados de largas luchas, pero que el día de hoy no son más que
formas de cooptación, de claudicación o de confusión, y evidencian
problemáticas ideológicas y prácticas prepositivas.
SOBRE LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y LOS PARTIDOS POLÍTICOS.A través de los paradigmas sociales se ha creado el imaginario de la democracia como forma “ideal” de gobierno, en tanto su esencia parece estar anclada en la posibilidad de elegir popularmente a los gobernantes, a pesar de las problemáticas contextuales de un país como Colombia, en el que las votaciones pasaban desde la entrega de tamales y lechonas, la coacción militar, paramilitar o de amplias organizaciones mafiosas en zonas principalmente rurales, hasta la participación de muertos en las votaciones.
Tampoco es ajeno la elección generada sobre una elite fundamentalmente
familiar, con lo cual no es de extrañar el constante nombramiento en la
presidencia de la Republica de apellidos como Santos, Pastrana, Lleras, Ospina,
sumando el aumento de los denominados “delfines” tan de moda en la rama
legislativa con un amplios capitales políticos dejados por sus padres, como es
el caso de los hijos de Galán o el caso del presidente del partido Liberal
Simón Gaviria, quien a sido dos veces integrante de la Cámara de representantes
e hijo de expresidente Cesar Gaviria.
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