Para considerar la respuesta afirmativa, es importante
revisar su obra (bastante caótica, todo hay que decirlo, comprensible en una
agitada y apasionantes vida llena de conspiraciones) y disfrutar de ella
desprendido de prejuicios (positivos o negativos). Demasiado conocida es
también su ruptura con Marx, pero también inestimable su juicio avant la
lettre respecto al socialismo de Estado o autoritario (la expresión de
Bakunin sobre ese "comunismo de cuartel" en que iba a desembocar el
marxismo se convirtió en una triste realidad). El gigante ruso conoció muy bien
el pensamiento de su época, pasando de Kant a Fichte, de ahí a Hegel, y
relacionándose con personalidades relevantes del momento. Su pensamiento ético
y filosófico pasó por varias etapas, que pueden reducirse a tres según algunos
autores, pasando de un idealismo metafísico a un idealismo dialéctico para
desembocar en la que más nos interesa y que puede considerarse el culmen de su
pensamiento: la materialista.
El materialismo o el verdadero idealismo
Bakunin consideraba el desarrollo gradual del mundo material
perfectamente concebible por la experiencia del hombre gracias a la lógica y la
mente; en su opinión, consistía en un movimiento natural desde lo simple a lo
compuesto, desde lo inferior a lo superior. En cambio, el sistema de los
idealistas era para él lo opuesto, la completa inversión de cualquier
experiencia humana y del sentido común. Para nuestro autor, la base del
conocimiento y de la condición necesaria para el entendimiento entre los hombres
solo podía estar en la experiencia y en la observación, en la especulación
científica más sublime y complicada que se inicia en la verdad más simple y
admitida. Los metafísicos seguirían un camino muy diferente, no admitirían que
el pensamiento y la ciencia sean manifestaciones de la vida natural y social y
se empecinarían en levantar un ideal conforme a su propio pensamiento y a su
imperfecta concepción de la ciencia. Por metafísicos, Bakunin entendía a los
hegelianos, a los positivistas y a todos los que habían convertido a la ciencia
en una diosa; en general, a aquellos que habían levantando un ideal de
organización social en el que querían encasillar a toda costa a las
generaciones futuras. Los idealistas, cegados por el fantasma divino, se
negarían a emprender un camino desde lo inferior a lo superior, desde la
materia hasta el ser pensante, y comenzarían por la perfección absoluta hasta
caer en el mundo material o imperfección absoluta. El misterio de ese Ser
Divino, eterno, perfecto, infinito, ha seducido a grandes pensadores a lo largo
de la historia, con bellas y grandes palabras al respecto, incluso con el
descubrimiento de verdades importantes, pero sin que ninguno de ellos haya sido
capaz de resolver lo incomprensible, lo arcano. El misterio es obviamente
inexplicable, por lo cual puede considerarse lógicamente absurdo (porque
absurdo es lo inefable). El resumen de la teología es para el anarquista ruso
la frase de Tertuliano, y de todos los sinceros creyentes, "creo porque es
absurdo", con la que cesaría toda discusión entre la sinrazón de la fe y
la razón científica.
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