miércoles, 26 de febrero de 2014

El legado filosófico de Bakunin

Para considerar la respuesta afirmativa, es importante revisar su obra (bastante caótica, todo hay que decirlo, comprensible en una agitada y apasionantes vida llena de conspiraciones) y disfrutar de ella desprendido de prejuicios (positivos o negativos). Demasiado conocida es también su ruptura con Marx, pero también inestimable su juicio avant la lettre respecto al socialismo de Estado o autoritario (la expresión de Bakunin sobre ese "comunismo de cuartel" en que iba a desembocar el marxismo se convirtió en una triste realidad). El gigante ruso conoció muy bien el pensamiento de su época, pasando de Kant a Fichte, de ahí a Hegel, y relacionándose con personalidades relevantes del momento. Su pensamiento ético y filosófico pasó por varias etapas, que pueden reducirse a tres según algunos autores, pasando de un idealismo metafísico a un idealismo dialéctico para desembocar en la que más nos interesa y que puede considerarse el culmen de su pensamiento: la materialista. 

El materialismo o el verdadero idealismo

Bakunin consideraba el desarrollo gradual del mundo material perfectamente concebible por la experiencia del hombre gracias a la lógica y la mente; en su opinión, consistía en un movimiento natural desde lo simple a lo compuesto, desde lo inferior a lo superior. En cambio, el sistema de los idealistas era para él lo opuesto, la completa inversión de cualquier experiencia humana y del sentido común. Para nuestro autor, la base del conocimiento y de la condición necesaria para el entendimiento entre los hombres solo podía estar en la experiencia y en la observación, en la especulación científica más sublime y complicada que se inicia en la verdad más simple y admitida. Los metafísicos seguirían un camino muy diferente, no admitirían que el pensamiento y la ciencia sean manifestaciones de la vida natural y social y se empecinarían en levantar un ideal conforme a su propio pensamiento y a su imperfecta concepción de la ciencia. Por metafísicos, Bakunin entendía a los hegelianos, a los positivistas y a todos los que habían convertido a la ciencia en una diosa; en general, a aquellos que habían levantando un ideal de organización social en el que querían encasillar a toda costa a las generaciones futuras. Los idealistas, cegados por el fantasma divino, se negarían a emprender un camino desde lo inferior a lo superior, desde la materia hasta el ser pensante, y comenzarían por la perfección absoluta hasta caer en el mundo material o imperfección absoluta. El misterio de ese Ser Divino, eterno, perfecto, infinito, ha seducido a grandes pensadores a lo largo de la historia, con bellas y grandes palabras al respecto, incluso con el descubrimiento de verdades importantes, pero sin que ninguno de ellos haya sido capaz de resolver lo incomprensible, lo arcano. El misterio es obviamente inexplicable, por lo cual puede considerarse lógicamente absurdo (porque absurdo es lo inefable). El resumen de la teología es para el anarquista ruso la frase de Tertuliano, y de todos los sinceros creyentes, "creo porque es absurdo", con la que cesaría toda discusión entre la sinrazón de la fe y la razón científica.

SEGUIR

No hay comentarios:

Publicar un comentario