A comienzos de este año conocí a Hassan Aazab mientras
tomaba té en una mesa junto a jóvenes anarquistas en el centro de Cairo. Recién
pasaba el aniversario de la revolución junto a protestas masivas y el
surgimiento de un “Black bloc” al estilo occidental que poco parecía tener que
ver con los anarquistas de
la ciudad. Durante ese periodo la mayor parte de los
movimientos de base eran en contra de la violencia sexual – en particular los
asaltos sexuales de turbas las cuales se habían tornado en sinónimo de
cualquier gran concentración de personas en Tahrir. El trauma de tal acción en
contra de los protestantes se hizo aparente en nuestra conversación. De hecho,
Aazab me dijo que estaba harto de las protestas y la política, y que se
resignaba al a disfuncionalidad del día a día en Egipto. Luego vino el 30 de
junio. Multitudes de alegadamente hasta 33 millones tomaron las calles
reclamando la renuncia al poder de la Hermandad Musulmana, un año luego de que
Morsi tomara posesión. En los momentos antes de la madrugada del 1 de julio, y
mientras la batería de su celular menguaba continuamente, reconecté con él para
hablar un poco sobre su regreso a la resistencia.
- ¿Cuál es el sentir en Cairo ahora mismo? Aquí estamos
viendo reportes sobre las protestas más grandes en la historia de la humanidad.
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