Las indagaciones por el asesinato de Aicardo Ortiz Tobón continúan. Un hombre de avanzada edad que arañaba la tierra como podía para mantener a su familia, líder de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (Premio Nacional de Paz 2011)
John Fredy Ortiz Jiménez prestó servicio militar entre 2004 y 2006, en el batallón Calibío (en Puerto Berrío, Antioquia), una unidad militar que desde hace tiempo está en el radar de la justicia por cuenta de presuntas ejecuciones extrajudiciales. Durante esos 24 meses conoció aberrantes historias de falsos positivos y salió de allí convencido de que no había mejor remedio para espantar sus fantasmas que pasar la página. El 8 de julio de 2008, sin embargo, supo por boca de su hermana que su padre había sido una víctima más de esa violencia infame.
La más cruel paradoja de la guerra le cayó encima. Su padre, Aicardo Ortiz Tobón, un hombre de avanzada edad que arañaba la tierra como podía para mantener a su familia, líder de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (Premio Nacional de Paz 2011), fue identificado como Murciélago, un integrante de las Farc, por los mismos uniformados con los que su hijo había trabajado. Desde entonces, sorteando amenazas e intimidaciones, Ortiz Jiménez se ha dedicado a contarle a la justicia lo que sabe.
Su caso fue conocido además por Naciones Unidas. Ortiz explicó que cuando nació su hija lo retiraron del Programa de Protección de Testigos, pues la entidad se negó a proteger a su núcleo familiar. En marzo pasado la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU le pidió a la Fiscalía que implementara medidas de seguridad para Ortiz, pero poco después recibió una respuesta negativa. Desde entonces capotea sus temores solo.
El Espectador presenta una adaptación del impactante testimonio que entregó hace unos meses en el juicio que se le sigue a uno de los posibles implicados en el crimen de su padre.
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