Observar el problema que actualmente se vive en la frontera,
solo desde una perspectiva de la lucha contra el contrabando de gasolina y de
alimentos, es por demás pecar de ingenuos frente a una realidad que va mucho
más allá y que tiene sus motivaciones en intereses mucho más ambiciosos y
perversos, que sobrepasa nuestras fronteras y que forman parte del reacomodo de
planes hegemónicos que ya están en plena ejecución.
Cuando analizamos la Agenda de Implementación
Consensuada 2005-2010 en el marco de la IIRSA, que incluyen 31
proyectos, la mayoría de ellos clasificados como “Proyectos Ancla” o
de prioridad, establecidos dentro del IIRSA como parte del eje
andino, donde los proyectos denominados Paso de Frontera Cúcuta-San
Antonio, Colombia-Venezuela, la recuperación de la Navegabilidad
por el Río Meta, Colombia-Venezuela y los pasos de frontera de Arauca,
Saravena, Paraguachón, Puerto Carreño, San Miguel, Rumichaca, Río Mataje,
Leticia y Darién, todos articulados con los corredores propuestos por
la IIRSA tanto para Colombia como para Venezuela.
Porque la IIRSA necesita dar prioridad a los
proyectos de Paso de frontera. La Iniciativa para la Integración de
la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), dando prioridad no
solo a la integración de Suramérica desde punto de vista de la
infraestructura física, sino también jurídica, energética y
económica, con la finalidad específica de superar las barreras geográficas
para generar nuevos negocios, es una estrategia geopolítica tendiente a mejorar
la integración suramericana como bloque económico para lograr de esta forma,
obtener un mejor posicionamiento en el concierto global, iniciativa que además
forma parte de las acciones de la política exterior norteamericana para el
control del espacio andino y amazónico.
La IIRSA está estructurada a partir de “Ejes
de Integración y Desarrollo”, que agrupan numerosos proyectos en una estrategia
espacial única. El enfoque con el cual fueron propuestos los ejes de
integración, y formulados los proyectos, busca consolidar los corredores donde
ya existe un alto tráfico de personas y mercancías, y por otro lado necesita
abrir nuevas vías de comunicación con las áreas poco pobladas pero con gran
potencial de desarrollo por la existencia de recursos energéticos, minerales
y las zonas aptas para la agricultura de gran escala. Lo que
genera una alta dependencia económica y política de nuestros países por
la extracción intensiva de nuestros recursos naturales:
EXTRACTIVISMO.
Ahora bien, como este análisis no se trata de profundizar
sobre el IIRSA, sino de cómo la ejecución de los proyectos denominados Paso
de Fronteras deben ser consolidados por ser de prioridad ya debían estar
concretados y en fase final tal como los establece la Agenda de
Implementación Consensuada 2005-2010. Allí se centrará este análisis para
entender lo que hay de trasfondo en el “conflicto fronterizo” actual.
Estos proyectos que venían avanzando con la anuencia
concertada de los gobiernos tanto de Venezuela como deColombia, y por
lo que en un primer momento significaron los “acuerdos de paz” que se
llevan a cabo en Cuba, ha venido teniendo un revés toda vez que se
decidiera en una buena parte de los mandos medios y bajos de los grupos
insurgente mantenerse dentro de la insurgencia dejando a las cúpulas y altos
mandos de la FARC solos en sus negociaciones de rendición en La
Habana. De igual manera la resistencia ejercida por los grupos indígenas frente
a la explotación del carbón y otros minerales contra las empresas
transnacionales que hoy explotan y los desalojan de sus tierras, así como
la defensa de la biodiversidad, sin dejar de mencionar el avance de los
grupos paramilitares vinculados al narcotráfico que fueron creados por
los estados y usados como aliados en la lucha contra la insurgencia y que hoy
también reclaman su espacio.
En este sentido se hace necesario para ambos gobiernos la
incursión de fuerzas militares y la declaratoria de estados especiales o de
excepción que les permita ocupar la zona y facilitar la concreción de los
corredores de frontera, de esta manera lo que luce como una acción de “respeto”
a la soberanía de Venezuela y la reacción de Colombia de proteger a sus
conciudadanos de la agresión del vecino abusador, no es más que una acción
concertada para ejecutar cuanto antes los mandatos del IIRSA.
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