Ni Dios, ni Amo, ni Estado. La vieja consigna anarquista
resume perfectamente la sensación de estupor y vergüenza frente a lo que está
ocurriendo en Europa con los migrantes y refugiados.
Cuando buscamos las causas últimas de este largo y profundo desastre, nos
topamos inevitablemente con la maldita trilogía:
Ni Amo: Como suele suceder, el Amo, o lo que es lo mismo, el
sistema capitalista, es cualquier cosa menos inocente en el tema que nos ocupa.
Detrás de la gran ola de refugiados, que no ha empezado este verano, aunque así
quieran hacérnoslo creer los grandes medios de desinformación, están los
intereses del capitalismo global, especialmente los relacionados con la
industria de la guerra, los negocios del petróleo y los llamados “minerales
estratégicos”. El capitalismo es por su propia esencia amoral, la ética no
cotiza en bolsa y por tanto es totalmente ajena a sus centros de interés. Su
carácter depredador no sabe nada de emergencias humanitarias ni de nada que no
tenga que ver con sus objetivos de negocio.
Ni Estado: En estos tiempos revueltos estamos comprobando
hasta la náusea para que sirven los Estados. Brutalidad policial y militar
contra los refugiados indefensos, vallas y concertinas para impedir el libre
tránsito de las personas, mercadeo indecente sobre las cuotas de migrantes que
le corresponden a cada cual, campos de concentración que recuerdan épocas aún
más oscuras y que creíamos superadas… Las fronteras entre Estados están
haciendo valer su función represora y creando grandes atascos humanos que se
justifican con la necesidad falsa y bastarda de no abrir la mano para no
provocar un “efecto llamada”, como si hiciera falta llamar a nadie cuando la disyuntiva
es esquivar una muerte probable o afrontar una muerte segura. Los Estados están
cumpliendo a la perfección el papel para el que fueron creados. Lo que parecen
ignorar es que es imposible ponerle puertas al campo. Ahora parecen
sorprendidos de su incapacidad para detener y gestionar las sucesivas y
crecientes avalanchas, cuando son sus propias políticas carroñeras las que las
han provocado. Entretanto, siguen ocultándonos que, a partir de la invasión
soviética de Afganistán, la CIA y el MOSAD, con la colaboración entusiasta de
los Servicios Secretos europeos, han estado detrás de la creación y el
patrocinio de Al Qaeda y posteriormente de ISIS, mientras ahora los portavoces
de los gobiernos de Europa, EEUU e Israel se lamentan con cinismo inaudito de
que los huevos de esas serpientes que ellos mismos han incubado les hayan
estallado entre las manos.
Analizar la situación desde un punto de vista libertario, nos puede ayudar, más
allá de la inanidad de una coyuntura hecha de nacionalismos estrechos y elecciones
lampedusianas, a entender de manera integral las razones últimas de esta
abominable catástrofe humana que en ningún caso es fruto de la fatalidad sino
de la conjunción nefasta de los intereses esas tres grandes lacras: la
Religión, el Capitalismo y el Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario