Los Diálogos de Paz que se celebran desde octubre de 2012
entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP han posibilitado que se
abran importantes escenarios de discusión sobre temas fundamentales en el
devenir de la realidad del país. La agenda establecida por las partes
alrededor de temas como: desarrollo agrario integral, participación política,
víctimas, cultivos ilícitos y fin del conflicto, así lo confirma.
Lo cierto es que el Estado Colombiano ha impedido que
aspectos de primer orden en la constitución de la sociedad colombiana como son:
el modelo neoliberal, el régimen político y la doctrina militar sean abordados
en los puntos que han sido discutidos hasta la fecha. En el escenario político,
para Santos, Uribe, Vargas Lleras, Fajardo etc., pese las contradicciones
entre las distintas fracciones burguesas que ellos representan ha
sido de común acuerdo cumplir el lineamiento del Departamento de Estado (USA):
No se negocia conterroristas. Al contrario, tienen claro que a éstos se
les persigue, somete y neutraliza. Por lo tanto, al sentarse en mesas de
diálogos asumen que no existen adversarios políticos, lo cual hace que el orden
social sea incuestionable y, por ende, se niegue cualquier intento de construir
un proyecto político alternativo que enfrente la hegemonía del capital
transnacional.
No es gratuito que desde los grandes medios de
desinformación masiva, se esté imponiendo una visión de la democracia
colombiana desde la matriz de análisis Gobierno - oposición, donde la
oposición al gobierno de Santos es encabezada y gira entorno a Álvaro Uribe
Vélez (AUV); quien es presentado como la única alternativa a las políticas
estatales, de las cuales en realidad es artífice y beneficiario.
Simplificaciones mediáticas que exacerban las pequeñas diferencias existentes
entre ambos a la hora de aplicar el recetario neoliberal, el cual se basa
principalmente en la entrega de las riquezas y recursos naturales a las
multinacionales, así como el disciplinamiento y control de la toda la sociedad
para que las ganancias de las mismas sean cada vez más escandalosas.
No nos digamos mentiras. Es claro que al igual que en el
pasado, los actuales diálogos de paz han sido pensados desde la óptica burguesa
como una táctica para desactivar las múltiples resistencias que se dan en todo
el territorio colombiano, con la firme intención de acceder a espacios y
recursos naturales vedados históricamente por la organización popular. Es por
ello que las fuerzas populares y democráticas debemos estar listas para
conquistar con la movilización y confrontación abierta los derechos y
libertades que se nos quieren negar en las mesas de interlocución, negociación
y diálogo con el Gobierno. Porque la paz son cambios surgidos de las
luchas populares y no el vano silencio de los fusiles en medio de la prolongada
miseria.
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