El pasado 2 de Marzo, cerca de 500 corteros del ingenio
Risaralda bloquearon las entradas al ingenio, reclamando lo de siempre:
contratación directa y mejoras laborales, ya que, entre otras cosas, a los
corteros sindicalizados les habían rebajado el corte a la tercera parte, con lo
cual no alcanzaban ni siquiera el salario mínimo[1]. Por esa misma razón se
fueron a paro los corteros en el 2005: para que se acabaran los contratistas.
Luego implementaron las Cooperativas de Trabajo Asociado (CTA), las cuales con
una diabólica fórmula leguleya convertían a los obreros en algo así como
“empresarios”, siendo apenas dueños de sus machetes. Lo fundamental para los
ingenios era seguirlos manteniendo por fuera de la regulación laboral, para
permitir su súper-explotación. Luego, los trabajadores de ocho ingenios del
Valle y Cauca se fueron nuevamente a paro el 2008, en lo que fue la huelga más
importante del sector en toda su historia[2]. Eventualmente, las CTA se
acabaron y el 2011 se comenzó a subcontratar a los obreros en filiales
“cosechas” o “corte”, las llamadas Sociedad Anónimas Simplificadas, SAS. Al
menos, reconocen los derechos básicos que garantiza la legalidad vigente como
trabajadores con contrato indefinido.
El ingenio Risaralda no fue a paro el 2008, y aunque sus obreros se
beneficiaron del fin de las CTA gracias a la lucha librada por los corteros
Valle abajo, quedaron a merced de los contratistas más explotadores del sector.
Y como si eso fuera poco, al igual que todos los obreros del sector, están amenazados
por la mecanización del corte, que ha llevado a una dramática reducción del
personal: de 14.000 corteros en el 2008, se ha pasado a unos 8.000 corteros en
el presente. Ya que los señores del azúcar y del etanol se han tomado todo el
territorio comprendido en esos 200 y pico de kilómetros que van desde el norte
del Cauca hasta el sur de Risaralda, fuera de la caña, no hay más alternativas
económicas para los desempleados, con lo cual, según los mismos obreros en
huelga, se genera un “escenario de desempleo y con ello de violencia, porque
las necesidades del pueblo no cesan en este país donde la prosperidad es para
algunos y no para todos”[3]
Resistencia y represión
La única manera de ganarse el respeto de la patronal es
mediante la lucha. Se organizaron, hicieron peticiones y nada, hasta que el
paro se hizo realidad ese lunes 2 de Marzo. La respuesta estatal no se hizo
esperar. A las 5 de la madrugada del día siguiente, 3 de Marzo, el ESMAD les
cayó en los improvisados cambuches a los corteros, pateando sus pertenencias,
corriendo bolillo y garrotazo limpio, disparándoles lacrimógenas a quemarropa.
El resultado fueron varios heridos de gravedad, entre ellos James Alzate y Carlos
Ossa, golpeado en el cráneo por una lacrimógena, quien ha quedado en estado de
extrema gravedad, con pérdida de materia gris y de un ojo[4]. No contentos con
estos desmanes, los bárbaros del ESMAD se robaron el dinero de la comida de los
obreros y varios celulares[5]. Es de destacar que en el mismo momento en que se
reprimía a los corteros en Risaralda, se reprimía y militarizaba el norte del
Cauca, donde los indígenas reclaman tierras de los ingenios, dejando muertos y
decenas de heridos. Así le va a los pobres cuando reclaman sus derechos en
Colombia, particularmente, cuando su lucha se enfrenta a los intereses del
sector agroindustrial, un sector oligárquico tan poderoso y un sector
estratégico dentro del plan de desarrollo del gobierno. Qué diferencia el trato
prepotente de la policía con honestos trabajadores buscando una vida digna, y
el temeroso respeto con el que tratan a gomelos borrachos e indolentes en el
norte de Bogotá.
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