Rabia e indignación nos producen
los videos e imágenes que circulan en el internet de las brutales y constantes
agresiones de las fuerzas represivas del Estado colombiano hacia indefensos
campesin@s de todos los rincones del país. Piedras y palos contra gases
lacrimógenos, bombas aturdidoras y ráfagas de fusil, dan cuenta de la
desproporción en la confrontación entre quienes luchan por una vida mejor y,
entre quienes defienden los intereses de clases privilegiadas y multinacionales
de toda laya. Hoy como ayer el Estado colombiano le sigue declarando la guerra
a los pobres de Colombia. En los diversos lugares en los que el campesinado se
ha atrevido a expresar su inconformidad y sus justas reclamaciones, el Estado
no ha dudado en enviar sus escuadrones de la muerte. Mujeres, niños, ancianos, estudiantes,
enfermeros y doctores han sufrido en carne propia el terror de estado. En lo
que va del Paro Agrario, Minero y Popular
los organismos de derechos humanos dan cuenta de la muerte de más de 5
campesinos, decenas de heridos y más de 200 personas detenidas. Sin mencionar
la quema de enceres, motocicletas, víveres, el obstruir el paso a ambulancias,
el daño a viviendas de humildes campesinos, insultos y atropellos a la
población en general. Ha sido tal la represión y la desproporción de la fuerza
que en departamentos como Boyacá sus diputados viajaron a Bogotá para pedir la intervención
de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas y el
Comité Internacional de la Cruz Roja. Estos organismos no descubrirán el agua
mojada. En efecto, en Colombia el estado usa la violencia y el terror para
solucionar los problemas sociales.
Desde el inicio del año, la
acción directa ha sido la estrategia con que los pobres de este país han
intentado visibilizar sus problemáticas. La acción directa como recurso frente
al olvido, el incumplimiento, la violencia y el hambre. Bloquear vías no es
violencia. Violencia es que pocos vivan en abundancia y muchos vivamos en la
miseria.
No podemos dar la espalda a las
justas reclamaciones del campesinado colombiano.
Pero tampoco podemos olvidar que en Colombia existe terror de estado histórico
y que la solución a los problemas sociales y
la búsqueda de vida digna no está relacionado con el aumento de la
presencia del Estado, sino con la capacidad de organización autónoma de la
población. Es así, que desde la campaña contra la criminalización de la
protesta y la lucha popular, hacemos un llamado no solo a solidarizarnos con
los sectores en lucha sino a propagar la acción directa.
Campaña contra la criminalización
de la protesta y la lucha popular
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