El día de hoy, 4 de junio, se cumplen ya cinco días de
masivas movilizaciones callejeras en Turquía, que adquirieron fuertes rasgos de
rebelión popular. Barricadas por doquier, fuertes cargas policiales, al menos
dos muertos confirmados, miles de heridos y otros tantos de detenidos, son los
hechos que configuran un escenario de fuerte crisis política en un país que
hasta ahora venía siendo un modelo de estabilidad en una región convulsionada.
La reciente convocatoria a una huelga general de 48 hs. por
parte de los sindicatos del sector público (KESK) y de una de las
confederaciones generales (DISK) plantean la posibilidad de que la
rebelión pegue un salto cualitativo, en el caso de confirmarse el ingreso
a escena de sectores de la clase obrera.
La consigna levantada por decenas de miles de personas ya es
directamente la renuncia del primer ministro Erdogan, islamista y neoliberal,
del “Partido de la Justicia y el Desarrollo” (AKP por sus siglas en
turco).
Un sabor de Tahrir en Taksim
Una semana atrás había comenzado un acampe en el parque Gezi
cercano a la plaza Taksim, situados en la parte europea de Estambul. Este
acampe, llevado a cabo por un pequeño núcleo de activistas juveniles, tenía
como objetivo impedir que se llevaran adelante los planes del gobierno de
derribar el parque para construir un shopping. La policía respondió al acampe
con un violento desalojo el viernes 31, que despertó la indignación popular.
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