Quizás resulta extraño iniciar un escrito de nuestra autoría
citando a la actual Ministra de Trabajo del Gobierno Santos, sin embargo, lejos
de un viraje a la socialdemocracia, nuestra intención radica en desglosar
algunos de los elementos analíticos que permitan comprender el porqué de la
decisión de aceptar el cargo, de la hasta entonces Presidenta del “único”
partido de oposición de “Izquierda” en nuestro país. Suspicacia debe producir
el comportamiento de este personaje que desde su discurso ha enunciado
tener como bien supremo el punto común de la Paz, y para ello,
decide apoyar el plan de gobierno de Juan Manuel Santos haciéndose parte
del mismo.
El panorama desde un principio nos llena de dudas, si
tenemos en cuenta que el empalme entre el anterior Ministro de Trabajo,
Luis Eduardo Garzón, otrora, sindicalista Burocrático consagrado, será
muy fácil ya que los dos han estado en contertulio desde la
Administración que “Lucho” lideró en la Capital entre los años 2004 y 2007. En
consecuencia, antes que un cambio en la orientación del Ministerio, lo que
factiblemente encontremos es la continuación del proyecto vigente robustecido
con la ralea burocrática de “izquierda”.
En contraposición a lo que se podría llegar a afirmar, somos
conscientes del momento que estamos viviendo en Colombia y las
implicaciones que derivan de la decisión de las insurgencias de negociar con el
Estado la dejación de armas, entre otras acciones, como parte necesaria para
generar las condiciones para que les permitan hacer política dentro de los
marcos del establecimiento. Por ello creemos pertinente remitirnos a lo que
la nueva ministra de trabajo cree en que está en juego en el actual
proceso de Paz con las FARC-EP en La Habana.
En estos momentos, tres de los seis puntos establecidos en
las conversaciones previas, tienen un acuerdo parcial entre las dos partes,
puntos de relativa importancia si se mira lo que falta, estos son: Política de
desarrollo agrario integral, participación política y solución al problema de
las drogas ilícitas. En conversaciones están el resto de puntos que se
consideran los más espinosos y por tanto más importantes para el desarrollo
efectivo de un pacto de no agresión entre las dos partes; víctimas, fin del
conflicto e implementación, verificación y refrendación de lo pactado. Es
decir, el punto crucial al que hace referencia Clara López, es el de una
intencionalidad de las dos partes por concretar un cese de hostilidades y una
posibilidad para ingresar a la lucha parlamentaria sin prejuicios. Tema de más
complicado, pero que no logra discutir el avance de las políticas Neoliberales
en el modelo de país que impulsa un gobierno como el de Juan Manuel Santos, que
si se lee un poco de historia económica, va totalmente encaminado a lo que la
otra “oposición”, la de derecha en cabeza del Centro Democrático, le ha
apostado desde sus inicios, es decir entregar las tierras y la fuerza
productiva del país a las multinacionales.
Este gabinete que bien lo dice la Ministra se ha conformado
para el Posconflicto (Posacuerdo para nosotras), motivo por el cual a ella se
le encomendó seguir con las políticas de gobierno, en el sector laboral, que
dejo implementadas Lucho Garzón. Se adecua con los lagartos y estrategas de
siempre, como el nuevo ministro de ambiente, Luis Gilberto Murillo, experto en
Minería a Cielo Abierto, que tiene la tarea de ajustar el sector agroindustrial
y minero-energético a los nuevos territorios que van a ser explotados donde
antiguamente hacia presencia la insurgencia.
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