Hernando Calvo Ospina es autor de una docena de libros,
entre los que se encuentra “Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y
terrorismo de Estado”, que es la historia del sistema represivo en ese país.
Aquí nos cuenta algunas etapas de la “tradición” violenta de un Estado que
mantiene la imagen de democrático.
Annalisa Melandri. En América latina en los años ‘70 y ‘80 la mayoría de los países agonizaban bajo dictaduras militares sangrientas como fue el caso de Chile, Argentina y Uruguay entre otros. En Colombia, a excepción del general Rojas Pinilla, que gobernó entre junio de 1953 y mayo de 1957, y fue menos represivo que la mayoría de gobiernos elegidos, nunca han habido golpes de Estado ni juntas militares propiamente dichas. ¿Por qué?
Annalisa Melandri. En América latina en los años ‘70 y ‘80 la mayoría de los países agonizaban bajo dictaduras militares sangrientas como fue el caso de Chile, Argentina y Uruguay entre otros. En Colombia, a excepción del general Rojas Pinilla, que gobernó entre junio de 1953 y mayo de 1957, y fue menos represivo que la mayoría de gobiernos elegidos, nunca han habido golpes de Estado ni juntas militares propiamente dichas. ¿Por qué?
Hernando Calvo Ospina. Al revisar la historia, nos
damos cuenta que en Colombia nunca ha existido una verdadera democracia, y que
casi todos los gobiernos se han caracterizado por graves violaciones a los
derechos humanos.
Para no ir muy lejos miremos el de Turbay Ayala (1978-1982).
Este tuvo particularidades fundamentales dentro del marco represivo. A un mes
de posesionado promulgó el Estatuto de Seguridad Nacional, que fue lo más
cercano al modelo impuesto por las dictaduras del Cono Sur, estableciendo los
mecanismos para sustentar la terrible ola represiva que llegó. Las Fuerzas
Militares y de policía fueron investidas de facultades extraordinarias,
incluidas las judiciales. Se criminalizó toda práctica de oposición política y
a todo tipo de protesta social, asociando todo con la subversión. Las Fuerzas
Armadas tomaron el poder en Colombia, en un proceso que venía caminando desde
los años sesenta, y sin dañar la imagen “democrática” al tener a un civil al
frente del gobierno.
Turbay terminó de hacer lo que su antecesor, Alfonso López
Michelsen, empezó: militarizar las ciudades con el pretexto de acabar con las
“redes de apoyo” de la guerrilla rural. Según Amnistía Internacional, 60 mil
personas pasaron por las cárceles, casi todas bien torturadas. La inmensa
mayoría sin ninguna relación con las guerrillas, las cuales no llegaban a tener
ni mil combatientes en conjunto. (1)
Otra particularidad de este gobierno, es que por primera vez
Colombia fue puesta bajo el juicio de organizaciones internacionales de
derechos humanos, como la ONU. Lo que se volvió una costumbre hasta el día de
hoy. A nivel interno también se le llamó la atención porque fueron reprimidos
algunos “muchachos” de la burguesía intelectual. Esto ya era demasiado.
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