Si queréis saber a qué se parece la prórroga del fracaso del
capital, sin ninguna esperanza de cambio radical, mirad más allá de las
fronteras de vuestro país, la tragedia de México o, más cerca, mirad, mirad en
el centro de vuestras ciudades… La otra opción, la que consiste en decir no al
capital y establecer una relación social diferente, es la que muchos griegos
siguen ahora, por opción o por necesidad. Si el capital no puede suministrar la
base material de la vida, entonces debemos crearla de otra manera,
estableciendo redes de solidaridad, proclamando "ninguna casa sin
electricidad" y formando equipos de electricistas para restablecer la
corriente en el momento en que la hayan cortado, a través del movimiento
"Yo no pago" las subidas de impuestos o los peajes, a través del
"movimiento de las patatas", por el cual los agricultores distribuyen
directamente sus patatas y legumbres en la ciudad a precios bajos, a través de
los mercados de intercambio, de la creación de jardines comunitarios y el
regreso al campo. Y además, por la recuperación de las empresas, de un
hospital, de un periódico…
Se trata de una manera compleja y experimental de ir por delante, donde no hay
ninguna línea política justa ni ninguna pureza revolucionaria. Muy
probablemente, esas formas prefigurativas de una nueva vida social no son lo
suficientemente fuertes para asegurar nuestra supervivencia y los compromisos
no son todavía necesarios. Pero es claramente la dirección hacia la que debemos
ir, claramente la dirección a la que nos vemos empujados.
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