Fuera del ámbito libertario, Eliseo Reclus es más conocido
como eminente geógrafo que como teórico del anarquismo. Como en otros muchos
casos, desde Lev Tolstoi a Noam Chomsky, muchos anarquistas son valorados por
su producción científica pero se obvia conscientemente su obra política y
filosófica, que no está por debajo de la académica o literaria. En el caso de
Eliseo Reclus, como mucho, se reduce su pensamiento a la famosa frase “La
anarquía es la más alta expresión del orden”, pero seguimos desconociendo la
obra de un pensador libertario que convivió con Bakunin y Kropotkin al mismo
tiempo que buscaba nuevos horizontes a una ciencia geográfica que en ocasiones
servía como coartada del colonialismo más salvaje; una geografía humana en
abierta oposición a la más ortodoxa de Paul Vidal de la Blache. Recogemos en La
Alcarria Obrera uno de sus escritos, “El ideal anarquista”, que resume muy bien
su pensamiento, siempre preocupado por la aplicación práctica del ideal (como
se trasluce en “Las colonias anarquistas”) y que nos ofrece una firme esperanza
en tiempos difíciles y oscuros.
La anarquía, el ideal del anarquismo y los
anarquistas
La palabra misma, tomada en su acepción de "ausencia de
gobierno", de "sociedad sin jefes", es de origen antiguo y fue
empleada mucho antes de Proudhon.
Por otra parte, ¿qué importan las palabras? Antes de los
anarquistas existieron "ácratas", y se habían sucedido ya muchas
generaciones cuando éstos imaginaron su nombre de formación erudita. Siempre ha
habido hombres libres, despreciadores de la ley, gentes que han vivido sin
amos, según el derecho primordial de su existencia y de su pensamiento. Aun en
los tiempos primitivos encontramos en todas partes tribus compuestas de hombres
que se rigen a su modo, sin leyes impuestas ni otra regla de conducta que "su
querer y libre voluntad", según dijo Rabelais, e impulsados también por el
deseo de fundar la "fe profunda", como los "caballeros tan
bizarros" y las "damas tan graciosas" que se reunieron en la
abadía de Thelème.
Pero si la anarquía es tan antigua como la humanidad, al
menos los que la representan aportan algo nuevo, puesto que tienen la
conciencia precisa del fin que se proponen y desde un extremo al otro de la
tierra están de acuerdo dentro de su ideal para rechazar toda forma de
gobierno. El sueño de la libertad del mundo ha dejado de ser una pura utopía
filosófica y literaria, como lo era para los fundadores de las ciudades del Sol
o de las nuevas Jerusalén, y ha llegado a ser un fin práctico, activamente
buscado por multitudes de hombres que unidos y resueltos colaboran al
advenimiento de una sociedad en la que no habrá amos, ni conservadores
oficiales de la moral pública, ni carceleros, ni verdugos, ni ricos, ni pobres,
sino hermanos que tendrán todos su pan cotidiano, iguales en derechos,
manteniéndose en paz y en cordial unión, no por obediencia a las leyes,
acompañadas siempre de terribles amenazas, sino por el respeto mutuo de
intereses y por la observación científica de las leyes naturales.
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