El 8 de febrero de 1921, 20 mil personas, haciendo frente a
las bajas temperaturas que no consiguieron congelar los instrumentos musicales,
acompañaron el cortejo fúnebre en la ciudad de Dimitrov, un suburbio de Moscú.
Se reunieron para presentar sus respetos a este hombre, Petr Kropotdin...
El 8 de febrero de 1921, veinte mil personas, haciendo
frente a las bajas temperaturas que no consiguieron congelar los instrumentos
musicales, acompañaron el cortejo fúnebre en la ciudad de Dimitrov, un suburbio
de Moscú. Se reunieron para presentar sus respetos a este hombre, Petr
Kropotdin, y a su filosofía: el anarquismo.
90 años después pocos se acuerdan de Kropotkin, y la palabra
anarquismo ha sido despojada de su verdadero sentido, llegándose a equiparar
con el caos y el nihilismo. Es algo inaceptable, tanto para el hombre como para
la filosofía que él desarrollo. Tiene mucho que enseñarnos en este 2012.
Me sorprende que Hollywood aún no haya descubierto a
Kropotkin, pues su vida bien podría ser llevada a la pantalla. Durante toda su
vida luchó contra la pobreza y la injusticia. La lucha política y el trabajo
científico caracterizó buena parte de su existencia.
Su lucha contra la tiranía fue motivo para ser encarcelado
en Francia y en Rusia. La primera vez que fue encarcelado en Rusia, se produjo
una amplia protesta mundial que consiguió su liberación. La segunda vez logró
huir del país gracias a una espectacular fuga. Al final de su vida, de vuelta a
su país natal, Rusia, apoyó con entusiasmo la caída del zar, pero también
condenó los métodos autoritarios y violentos de Lenin.
En la década de 1920, Roger N. Baldwin resumía así a
Kropotkin:
“La mayor parte de las personas que conocen a Kropotkin
hablan de él como de la persona más noble que han conocido. Oscar Wilde dijo
que era uno de los pocos hombres realmente felices que había conocido en su
vida… Dentro del movimiento anarquista encontró un profundo afecto
-NotrePierre, le llamaban los obreros franceses. Nunca asumió una posición de
liderazgo, sin embargo, destacaba la fuerza moral de su personalidad y su
amplitud intelectual. Combinaba la extraordinaria calidad de su carácter con
una mente aguda y un sentimiento social apasionado. Su vida dejó una profunda
impresión en el mundo científico, en el movimiento revolucionario ruso, en los
movimientos radicales de todas las escuelas, y en el mundo literario, poco
preocupado por la ciencia o la revolución”.
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