La burocracia. Ya casi nadie habla de la burocracia. Sin
embargo es omnipresente y todopoderosa: ¿hasta qué punto llegamos a toparnos
con ella a lo largo del día sin pensar en el sinsentido absoluto que hay
detrás? ¿Por qué todo el mundo asume su falsa formalidad y pretensión
uniformizadora, cuando en el fondo todos sabemos de las arbitrariedades
absurdas que supone? ¿Por qué la izquierda ha abandonado el discurso
anti-burocracia? ¿Por qué la izquierda ha dejado el monopolio del discurso
antiburocracia a unos neoliberales que claman contra ella de boquilla mientras
que duplican o triplican las regulaciones y los formularios en nombre de un
“libre mercado” que, para mayor descojone del personal, supuestamente iba a
reducirla?
Los cuatro ensayos que compila David Graeber en La
Utopía de las normas (de la tecnología, la estupidez y los secretos
placeres de la burocracia) abordan de manera clara y amena cómo
hemos llegado históricamente a éste punto de burocratización kafkiana. El
prestigioso antropólogo anarquista, expulsado de Yale por su movilización,
implicado directamente en Occupy Wall Street y movimientos antiglobalización,
diserta sobre cómo el mundo moderno ha construido, de hipertrofia
normativa, de adicción por los procesos y formularios, sostenida en última
instancia por la amenaza permanente de la violencia. Ahora bien, de cara
a deshacer éste mundo kafkiano, lejos de ofrecer soluciones mesiánicas,
es un simple y humilde intento de abrir el debate sobre la burocracia.
Porque a día de hoy la burocracia estará criticada de manera trasnochada
e interesada por la derecha, pero al menos la derecha se ha molestado
en tener una crítica.
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