viernes, 6 de diciembre de 2013

LAS MADRES Y ABUELAS DE LA RESTITUCIÓN DE TIERRAS

Vivían en pueblos campesinos de cualquier lugar de Córdoba, Urabá, bajo Cauca y otros cercanos y lejanos. A pesar de la escasez de servicios y oportunidades se sentían satisfechas, unas con más comodidades que otras. Entonces eran niñas, adolescentes y “entradas en años”. Hoy están entre los 30 y 80 años con hijos, nietos o bisnietos pasando la vida, la mayoría de ellas, en barrios populares o asentamientos subnormales. Algunas reflejan las formas de vida que han llevado y los dramas padecidos en sus ojos oscuros, opacos y cansados; las arrugas en los rostros y las manos duras, cubiertas con venas gruesas a punto de reventar; el cabello desteñido; la voz sosegada y nostálgica cuando habla del campo que debió abandonar o amorosa cuando consiente o duerme a los hijos y nietos. Pasan desapercibidas, nadie sospecha lo que hay en esos cuerpos vitales, convencidos de sus derechos porque las apariencias son de fragilidad, humildad y parsimonia a veces, “mujeres del campo o campesinas”, las llaman ciertos funcionarios.

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