En los últimos años hemos podido ver cómo han ido surgiendo
en muchas ciudades ferias y encuentros en torno a la edición y distribución
alternativa, y cómo muchas de estas se han afianzando. Este tipo de espacios
permiten, por un lado, visibilizar y compartir un material contracultural y
político y, por otro, potenciar el encuentro y el debate colectivo. Sin embargo
estos objetivos no siempre se consiguen, ya sea porque la visibilidad se reduce
al entorno de quienes la organizan y/o porque los debates respondan más a las
inercias o modas militantes del momento que a un interés real por debatir. Las
ferias del libro anarquista y similares se han considerado muchas veces como un
reflejo de la salud del movimiento. Por todo ello hemos querido hacer un repaso
desde los orígenes de este fenómeno hasta la situación actual.
Las primeras ferias del libro
Al tratarse, muchas veces, de actos espontáneos en festividades locales o en
consonancia con otros actos (rifas, espectáculos, etc.) es difícil hacer un
seguimiento histórico, podríamos remontarnos incluso a la época romana, donde
el comercio del libro comenzó a tener vigor. Pero no es hasta el siglo XV que
se retoman y conforman realmente las ferias del libro, favorecidas obviamente
por la invención de la imprenta y el auge de los libreros. En esta época
aparecieron en Europa también vendedores ambulantes de libros y se fue
adoptando la costumbre de adquirirlos. Inicialmente la promoción y venta de
libros se daba dentro de las ferias mercantiles y agropecuarias, que se
trataban de encuentros de mercaderes en fechas fijas en lugares señalados;
hasta que se consolidaron ya como ferias especializadas en libros y productos
editoriales. Espacios que además de estimular el mercado editorial significaban
un punto de reunión entre libreros e impresores.
En el estado español, la primera feria del libro de carácter
institucional fue la Feria del Libro de Madrid que se celebró en abril de 1933,
conmemorando el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, que venía
siendo la de la Fiesta del Libro –anteriormente Día del Libro–, organizada por
la sección de librería de las cámaras oficiales del libro de Madrid y
Barcelona. Cabe enmarcar este acontecimiento en todo un proceso que se inicia
en 1900 con la creación en Barcelona del Centro de la Propiedad Intelectual y
con la fundación el año siguiente en Madrid de la Asociación de la Librería de
España, editora de la revista Bibliografía Española. De esta asociación y del
Centro de la Propiedad Intelectual acaban naciendo en 1922 las cámaras
oficiales del libro de Madrid y Barcelona. Hay que precisar que éstas son
entidades privadas cuya perspectiva es básicamente comercial. El Estado, por su
parte, crea en 1920, en el marco del Ministerio de Fomento, el Comité Oficial
del Libro, y tras su reestructuración, en 1922, actúa de forma coordinada con
las cámaras oficiales del libro.
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