Álvaro Uribe se lanzó al Senado la semana pasada,
encabezando una lista cerrada y esta semana, se
dice, están por salir las
listas a la Cámara de Representantes. Se “calienta el debate electoral”, como
le gusta decir a los medios masivos de comunicación, que agotan la política en
el ejercicio espurio e incompleto de votar y de escuchar a caciques
oportunistas ofrecer servicios públicos gratuitos, piscinas en los colegios y
el TLC (tamal, lechona, cerveza) para la efervescencia de la inconsciencia
electorera. No obstante, no es menor lo que se juega en el próximo escenario
electoral: la continuidad de un régimen político hipócrita, moderado y
aparentemente modernizador, el regreso a los años temibles de la represión
fascista y paramilitar, o la posibilidad de avanzar como pueblo y desde abajo
copando los lugares dispuestos y ocupados desde siempre por los delfines
herederos del poder y de las balas. Aunque estamos convencidos de la
insuficiencia de los escenarios electorales, estamos también convencidos de la necesaria
reflexión sobre estos, pues allí se juegan realidades, se consolidan decisiones
y se cristaliza una lectura de las fuerzas políticas en el país...
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