El militante revolucionario y escritor francés Jean Marc Rouillan participó, en los años 70 y 80, en la constitución de organizaciones clandestinas antifranquistas en los estados español y francés. En el País Vasco presentó “De memoria (III). La breve etapa de los Gari: Toulouse 1974”, el último de sus libros traducido al castellano.
La década que comienza en 1968 fue testigo de una ola insurreccional, de un fantasma, que recorrió Europa y los demás continentes también. París, Turín, Berlín, Barcelona, Córdoba, Bogotá, Cuba, Guatemala, la lucha anticolonial en el Magreb, en Vietnam. Una década que enterró la época de los dogmas ideológicos, de las certezas; una época que alumbró un nuevo ciclo de luchas que recogían, más allá de los sectarismos, lo mejor de las tradiciones y prácticas revolucionarias previas, incluyendo la práctica de la lucha armada y el nacimiento de la guerrilla urbana. El proceso de recomposición del Capital tuvo respuesta por parte de la joven y nueva clase obrera.
Toulouse, la capital de “la otra España”, fue el lugar donde Jean Marc Rouillan (Auch, Occitania –Estado francés-, 1952), adolescente y recién salido de las barricadas del 68, tomó contacto con la resistencia anarquista contra Francisco Franco para, con el tiempo, pasar él mismo al activismo armado contra la dictadura en las calles de Barcelona. Rouillan participó en la constitución, en los setenta, del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), los Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista (GARI) y, más adelante, de Action Directe (AD). En el MIL fue compañero de Salvador Puig Antich, el último preso político ejecutado por Franco, y Oriol Solé Sugranyes, asesinado en los Pirineos por la Guardia Civil española después de haberse fugado de la cárcel de Segovia (Estado español). Comenzaba a gestarse la Transición española, el pacto entre el búnker de la dictadura franquista española y la oposición política burguesa. Tiempos aquellos de extrema violencia por parte del Estado, violencia caracterizada, por lo general, como los últimos coletazos de una dictadura que se niega a desaparecer pero que para Jann Marc Rouillan fue un mecanismo, bien calculado y dirigido, para desterrar cualquier voluntad rupturista de la población del Estado español que pudiese perjudicar los planes de la burguesía española y europea, esos planes que han desembocado en el nuevo marco de acción capitalista transnacional que representa la autodenominada Unión Europea, el antiguo Mercado Común. “No vimos venir los golpes porque la burguesía había elegido la vía de la traición (no transición) por miedo a que el ejemplo portugués se repitiera en el Estado español. La situación estaba madura pero el movimiento no tenía un apoyo –como el de Portugal de los militares– para tomar el poder. No soy republicano, pero el primer paso que se tenía que haber dado era poner sobre la mesa el restablecimiento de la constitución republicana. No estoy en situación de dar lecciones a nadie, pero, por todo esto, una parte de la burguesía ha mantenido el poder con la transición”, señala Jann Marc.
Testimonio de la lucha revolucionaria
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