El 17 de Mayo, las fuerzas militares del Estado Islámico en
Irak y Siria (ISIS) capturaron Ramadi, Irak, y con ella otro gran número de
existencias de armamento moderno suministradas por los EEUU. Seis mil soldados
iraquíes entrenados por los EEUU huyeron de la ciudad sin oponer mucha
resistencia. Las fuerzas del ISIS eran considerablemente menos y dependientes
de las oleadas de los coches bombas para su ataque final. No es dificil de ver
el por qué el ISIS ha tenido tanto éxito en establecer la idea de que es una
fuerza imparable portadora de la voluntad de dios.
Pero el mismo día, al noroeste ISIS sufrió una de sus
mayores derrotas de manos de las YPJ y las YPG (milicias armadas kurdas de
mujeres y hombres) en Rojava, o Kurdistán Oeste, una región autónoma de facto
en el norte de Siria.
Estos soldados, a diferencia del ejército iraquí, están casi
privados de armamento pesado moderno. En la red circulan fotografías de
vehículos blindados auto-construídos, a menudo tractores con cajas de metal
atornilladas, que por todos los efectos son idénticos a las armaduras caseras
de los anarquistas de los años 30 de la revolución española. Ellos no son rival
para el armamento de los EEUU capturado por ISIS.
Una semana antes estuve en Turquía de vacaciones y también
fue una oportunidad para quedar con anarquistas turcos y conocer su perspectiva
en el aspecto más polémico de la revolución de Rojava, la aparente
transformación del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) de ser un
partido autoritario, centralizado y militarista, a una fuerza democrática de
base popular. Había oído informes de esta conversión desde mediados del 2000
por parte de anarquistas en Turquía y otros anarquistas que visitaban el país,
pero inicialmente, no los tomé en serio.
Sin embargo, la repentina aparición y expansión de ISIS
cambió esto. Las tropas del ISIS estaban a punto de invadir un lugar llamado
Kobane, una ciudad predominantemente kurda en la frontera entre Siria y
Turquía. Fotografías, entrevistas, y vídeos que venían desde allí mostraron que
muchos de los defensores eran mujeres.
No sólo mujeres, sino mujeres que hablaban de una sociedad
alternativa en términos de democracia de base, liberación de género y el medio
ambiente. Y, no sólo mujeres posando para la cámara, sino una completa compañía
militar de mujeres que claramente sabían como usar sus armas y luchar como una
unidad.
Quedó claro que lo que estaba pasando en Rojava era bastante
singular. Yo simplemente había esperado una oposición al ISIS que no fuese otro
ejército apoderado por los EEUU, algo con una política básicamente democrática.
Pronto se hizo evidente, sin embargo, que lo que estaba siendo defendido y
aplicado en Rojava estaba más bien avanzado que cualquier revolucionario en
Occidente que se encuentra en posición de contemplar.
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