Informe pormenorizado de las agresiones y la brutalidad policial en Bogotá el 12 de octubre.
El vándalismo es un espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana, según consta en el diccionario de la academia de la lengua. El vandalismo también designa la hostilidad adquirida hacia las artes, la literatura o la propiedad privada. Un vándalo es un hombre que comete acciones propias de gente salvaje y desalmada.
La administración de Bogotá, sus funcionarios y Petro como alcalde han usado los términos vandalismo y vándalos para referirse a las protestas y a los sujetos que han protagonizado las manifestaciones sociales y ciudadanas de los últimos meses en la capital.
La administración actual de Bogotá fue elegida por una mayoría electoral que cree que se puede construir una Bogotá más humana donde se garantice el goce de todos los derechos humanos.
El alcalde, como cabeza de la policía distrital, debe revisar las actuaciones policiales arbitrarias que en algunos casos se han saldado con el asesinato de ciudadanos inermes.
Las manifestaciones de ayer en Bogotá y en todo el país, que movilizaron a más de 300 mil personas que reclamaron la paz, la justicia, el acceso a los derechos civiles y políticos, como lo son precisamente la participación política y la protesta, así como el goce de los derechos económicos y sociales que debe garatizar el Estado para todas y todos, deben ser un motivo de reflexión hacia la construcción de la paz y no la ocasión para el hostigamiento, el señalamiento y la represión.
El alcalde Petro y sus funcionarios deben reflexionar y ejercer una praxis de la defensa de los derechos humanos, consecuente con la retórica de su programa de gobierno.
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