viernes, 29 de abril de 2016

ESO DEL DERECHO PENAL COMO ANTÍPODA DEL PERDÓN Y LA TOLERANCIA


Ese clamor generalizado, tal vez inconsciente por robustecer las penas parece responder al desarrollo de un enfrentamiento contra lo que conocemos como delito. Es probable que esa ira histórica que hemos guardado por más de 500 años haya empezado, de manera atávica a surgir disfrazada de violencia, esta ferocidad, no es secreto para nadie se ejecuta en dos rostros, uno, que busca atacar de frente el fenómeno de la delincuencia por medio de las denominadas vías de hecho y el otro, depositando la confianza en un estado fallido para que nos obsequie quimeras de seguridad envueltas en delitos y penas, es decir derecho penal.

La situación tiene un trasfondo supremamente complicado cuando uno se sienta a analizar la problemática desde una óptica cultural sociológica y antropológica; aunque de alguna manera, compartimos algunas costumbres, un territorio, ciertos rasgos genéticos determinados, lo seguro que es que no compartimos una identidad histórico cultural, no quiere significar esto que sea imperativo una masificación ideología o un adoctrinamiento, sino la creación o fortalecimiento de lazos de solidaridad que denoten efectivamente la alteridad, concepto necesario para forjar una colectividad fuerte.

Desgraciadamente, esa fratria que trata Freud en su texto Tótem y Tabú, está encontrando ahora días, peana en el odio y la violencia. Cuando Freud empieza su estudio antropológico con algunas comunidades de Oceanía, África y América, se da cuenta que los vínculos entre los miembros de la comunidad tienen soporte, no en los lazos sanguíneos, sino en ligaduras de solidaridad, división justa del trabajo y por supuesto en una creencia generalizada, el miedo al tótem, el respeto a ese tótem y a sus mandamientos, traspolando a hoy esa idea de las comunidades totémicas, lo único que ahora une a las personas que habitan esta tierra denominada Colombia, es ese odio casi atávico que surge en forma de violencia y revancha.

Cuando la colectividad es capaz de compartir en igual forma la victoria y la derrota histórica, hay una fuerte ligazón que posibilita la acción de cambio colectiva, pero cuando estos nexos son inexistentes, la colectividad se puede crear entorno a la violencia despiadada, no por la cantidad de sangre o viseras que sea capaz de proporcionar, sino por la deshumanización de la sociedad actual.

Cuando nos escupen en la cara la idea de que la disminución de la criminalidad no tiene nada que ver con las necesidades sociales ni con el raigambre social, surge como adalid de cambio y protección la figura del derecho penal, a más cantidad de letra muerta que establezca delitos mayor sensación de seguridad y claro, cuanto más duras las penas, esta quimera de tranquilidad crece inmediatamente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario